1.00 pm
¡¡¡Retiro lo dicho!!! Que cosa más aburrida, ¡por Dios! El día transcurrió pesadísimo, insoportable, y podría asegurar que me dormí en más de una ocasión. Aquello no me llamaba ni la más mínima atención. ¡¿Cómo podría seguir los pasos de papá si no soportaba estar ni medio día en aquella tediosa empresa?!
No sé cómo, Seong, pero deberás hacerlo. Diste tu palabra. Ya estas montada en el tren y jamás podrás bajarte... A menos que te lances con él andando. ¿A que no parece una buena idea?
Según el viejo Kang, sí. Si pudiera, me lanzaría él mismo, y no precisamente de un tren, sino de lo alto de este edificio. Sé cómo es y no me permitirá nunca tomar el mando de «su preciada empresa». Está convencido de que ni siquiera soy digna de poner un pie aqui.
¡Ah, pero mírame! Aquí estoy: sentada en la mismísima silla del CEO. En el despacho precidencial, en el piso más alto de Moon-Kang Industrias, desde donde se puede admirar mi preciosa Daegu completa...
—¿Dónde vivirá Yeongu? —susurré, en medio de un suspiro, observando las calles de la ciudad a través del cristal de la gran ventana.
Mis palabras me tomaron por sorpresa y agradecí que mi padre hubiera salido a hablar un momento con su secretaria. ¿Cómo es posible que hubiese mencionado el nombre del gato en voz alta? Lo extraño demasiado. Ya no puedo vivir sin él... O si puedo, pero no quiero, eso está claro.
—Mandé a pedir unas pizzas, princesa. —Mi padre entró, sacándome de mis pensamientos y asentí—. Sé que te gustan y es mi manera de pedirte perdón.
—No, pa, no tienes que pedirme perdón. Tenemos un acuerdo y no pienso retractarme —aseguré, a pesar de todas mis batallas mentales anteriores.
—Lo sé, sé que tienes la capacidad de respetar tu palabra como cualquier Kang, pero también, no puedo negar que la necedad de tu madre corre por tus venas.
—Sí, no cabe duda que los Moon son bien tercos y obstinados. —Ambos reímos y papá beso mi frente por unos segundos.
Creo que se sentía culpable por obligarme a seguir sus pasos, pero de cierto modo, lo entendía, él no tenía a nadie más... En medio de aquel momento tan emotivo padre-hija mis pensamientos, no sé cómo, fueron a parar de nuevo a Yeongu. Quizás por el bendito beso en la frente que hoy se repetía incesante como bucle y, me hacía añorar sus labios tibios sobre mí... El telefonillo del escritorio sonó, dando paso a la voz de la secretaria que informó que el repartidor había llegado. Papá se separó de mí y apretó el botón del micrófono para responder.
—Señorita Gu, sería tan amable de decirle que lo traiga, por favor —pidió en tono amable y al escucharlo, una pequeña luz en mi cabeza se encendió.
—¡¿Puedo ir yo?! ¿Puedo ir yo, pa? —grité, colgandome de la manga de su saco y jalandolo un poco—. ¡Anda pa, déjame ir!, ¿sí? —rogué de nuevo y traté de enternecer los ojos como cachorrito abandonado. Él sonrió.
—¿Tan tediosa te parece mi oficina que a la menor oportunidad quieres escapar?
—Tediosa no sería la palabra, pero... ¡Ay pa, sí!, esa es la palabra. Lo siento mucho, pero aunque te empeñes en hacerla parecer cool, tu oficina no es un lugar atractivo para una chica de diesiseis años... Creo que no es atractiva para nadie...
La risita de la señorita Gu nos contagió y papá desordenó mi cabello con su mano libre.
—Está bien, chiquilla... ¿Ya la escuchó? —preguntó después a su secretaria y esta contesto un sonoro «sí, señor», antes de dar por terminada la llamada. Papá sacó una tarjeta de crédito de su billetera y me la entregó—. Pagas con esta, ya sabes el código. Y si quieres algo de beber, puedes ir a la cafetería del quinto piso. No te recomiendo los cafés, no son como los de mamá, pero tienes buenos jugos allí.
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Diario de una canción ✔️
Teen FictionPensaba que amar le sería tan fácil como componer un rap... pero se equivocó. 🎼🎼🎼 Él vivía enamorado de la música. Ella se convirtió en su canción más perfecta. Pero no todas las melodías necesitan letra y no todas...