El día de las verdades.
Jueves , 20 de agosto de 20155:41 pm
—Jihu, por favor, hablemos —repetí por enésima vez, sin recibir respuesta.
—Ivi, ya vete a casa, ¿sí? Este no es el lugar ni el momento —contestó al fin, después de ignorarme por casi una hora.
—¿Y cuándo será? ¡Dime! ¿Cuándo rayos solucionaremos esto? No aguanto más... En el avión no porque no teníamos privacidad. En el hotel no porque estabas cansado. En casa ni soñarlo, ya que llevas cuatro días utilizando el trabajo como excusa para no ir a verme. Te has encerrado en esta oficina día y noche, según tú, dejando todo lo más ordenado posible para que papá no tenga que hacer mucho cuando estemos en nuestra luna de miel. ¡¿Pero qué luna de miel?! Solo faltan tres días para el casamiento y si esto sigue así, ¿acaso habrá boda?
—Claro que la habrá —respondió, en un tono demasiado frío para mi gusto.
—Entonces... háblame, Jihu —casi rogué, porque de verdad sentía la necesidad de aclarar las cosas.
No quería seguir viéndolo sumido en aquella tristeza. Sabía que se sentía mal, que haberse enterado de todos los secretos de mi vida en una sola noche debió ser doloroso. Pero darse cuenta de que el fantasma que me hizo tanto daño y que desde luego todavía amaba, no era... «tan fantasma»... Y que además estaba más cerca de lo que imaginaba... debió... destruirlo por completo...
—¿Me dirás... la verdad? —pidió, en tono más moderado.
—Nunca te he mentido...
—Eso es «tan» cierto —recalcó con un extraño sarcasmo que no le había escuchado antes—. Solo... se pudiera decir que ocultaste información valiosa.
—Irrelevante, querrás decir.
—¡Perjudicial! —acotó, con una ceja elevada y una sonrisa tan falsa, que hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo—. Quizás no para todos, pero sí para mí, para nuestra nueva vida. Decidiste deliberadamente matar todo aquello que te estaba matando y, me utilizaste en el proceso.
—¡Tú te ofreciste! —le recordé, un poco alterada—. Sabías que había alguien más. ¡Una no se queda embarazada sola! Se necesita un hombre para eso. Estabas conciente de dónde te metías y de cuánto podría utilizarte. ¡Eres demasiado inteligente como para reprocharme eso!
—¡Lo sé! No te confundas, no te estoy culpándo ni mucho menos reprochándo nada. Sé que fui quien se acercó a ti, quien quiso amarte aún sabiendo que era imposible, pero... —Su voz se ahogó y, sus ojos se cerraron junto a un suspiro que caló mis huesos. Estaba sufriendo demasiado y eso... me dolía más de lo que quería.
—Pero... jamás pensaste que el amor de una chica de diesiseis años podría llegar a ser tan fuerte... Pensaste que lograrías que lo olvidara y que... podría amarte igual o mucho más que a él.
Lo vi levantarse de su silla tras el buró y aflojar el nudo de su corbata, intentando respirar. Su pecho subía y bajaba con arritmia, descontrolado. Sus manos se apoyaron en el cristal de la inmensa ventana de la oficina y, en el reflejo, pude ver una lágrima que provocó un terrible ardor y una agria angustia en mi corazón.
ESTÁS LEYENDO
Diario de una canción ✔️
Novela JuvenilPensaba que amar le sería tan fácil como componer un rap... pero se equivocó. 🎼🎼🎼 Él vivía enamorado de la música. Ella se convirtió en su canción más perfecta. Pero no todas las melodías necesitan letra y no todas...