8.15 pm
—Me alegro que tengas esa manera de pensar, Jihu. —Sonrió mi padre mientras daba una palmadita en el hombro del primo y se lo llevaba a conversar apartado: «Cosas de hombres», como ellos las 8.15 pm—Me alegro que tengas esa manera de pensar, Jihu. —Sonrió mi padre mientras daba una palmadita en el hombro del primo y se lo llevaba a conversar apartado: «Cosas de hombres», como ellos las llamaban—. Y... cuéntame, ¿cómo te va la universidad? —Fue lo último que le escuché decir antes de perderlos en el jardín y ver la cara de decepción de su madre, al tiempo que negaba con la cabeza y me observaba de arriba a abajo.
—¿No piensas cambiar, bastardita? —inquirió bajito y me comenzó a hervir la sangre.
¡Cómo odiaba esa palabra! Quería lanzarme a su yugular y desangrarla allí mismo, pero para mi desgracia, no era vampira, así que me resigné a comportarme a pesar de todo. Había decidido probarle no solo a mi abuelo, sino a cualquiera que lo dudara, que nadie merecía ser más hija de mi padre que yo. Y aquella noche, al parecer, se me estaba poniendo alguna clase de prueba para medir mi paciencia.
—Te pido mis más sinceras disculpas, prima —susurré e intenté parecer calmada, aunque por dentro hasta el grillo se había asustado con tanta ira contenida—. Es cierto que estoy bien cansada y eso pudo haberme alterado un poco, pero...
—Ni que se te pudiera creer algo —interrumpió con altivez la estúpida de su hija, sin embargo, mi madre llegó con los aperitivos y las invitadas volvieron a sus hipócritas caritas de mujeres sufridas e indefensas.
—¿Todo bien? —indagó mamá, que seguro pudo notar la tensión.
—¡Por supuesto, prima! —mintió la vieja descarada—. Solo admirabamos lo linda que se ha puesto tu hija. No cabe duda de que sus raíces latinas harán estragos en Daegu.
Y ahí estaba de nuevo, jactandose de su linaje de Moon pura sangre y de cómo había tenido dos hijos y mamá ninguno. Siempre era lo mismo, no sé cómo la dejaban entrar en casa. Pero claro, mamá, ya lo sabes, siempre calla... Aunque por alguna razón, había olvidado que las pocas veces que habló, lo había hecho tajante, hiriente, pero de una manera tan sutil, que ni el más perspicaz se hubiese dado cuenta de que le estaban enterrando un puñal, hasta que hubiese sido demasiado tarde. Después de veinticinco años al lado de mi padre, Kang Yuri estaba completamente entrenada por su esposo para soltar la guillotina con una preciosa sonrisa. Dicen por ahí que el verdugo más temible es aquel que se ríe de su trabajo... Y mi madre podría ser muy peligrosa si se lo proponía.
—Tienes mucha razón, Minah —comentó al fin mamá, entre pequeñas y elegantes carcajadas—. Seong será la envidia de Daegu... ¡Y de Corea posiblemente!, porque no todos los días se escoge a una plebella para ser reina. Sé que muchas coreanas se morirían por ese título, pero le tocó a mi Seong. Que ironías del destino, ¿cierto? Una haciendo hasta lo imposible por ganarse la lotería y no tuvo ni un poquito de suerte, mientras que a otra, sin siquiera ambicionar nada, le fue regalado un hermoso principe azul... ¡Y millonario, por si fuera poco!
Mamá mantuvo la mirada en la prima, que bajó la suya avergonzada y casi se ahoga con la aceituna que acababa de merterse a la boca. La señora Kang había empezado defendiéndome, pero terminó diciéndole las verdades en la cara a su altanera prima. Para nadie era un secreto que Minah había ido a aquella fiesta con la vana esperanza de que Kang Hanjung se fijara en ella, mas mi madre, fue, es, y será, la única dueña de su corazón.
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Diario de una canción ✔️
Teen FictionPensaba que amar le sería tan fácil como componer un rap... pero se equivocó. 🎼🎼🎼 Él vivía enamorado de la música. Ella se convirtió en su canción más perfecta. Pero no todas las melodías necesitan letra y no todas...