—¿A dónde iremos hoy? —indagó Tae-Tae, sacándome de mis pensamientos y haciendo que me quedara varada en un mar de dudas.
Por un instante miré a mi amigo a los ojos. No podía encontar nada más en sus pupilas que no fuera afectó puro, cariño sincero... ¿hermandad? El grillo tenía razón: Taesung me amaba de la manera más fraternal qué existía. Yo era como su hermana y él era como un hermano para mí. ¡Y me encantaba que lo fuera!
—¡A donde quieras! —respondí, feliz de tenerlo en mi vida—. ¡A la luna si me lo pides! —Hice cosquillas en su abdomen y ambos reímos.
—Solo tienes un año más que yo, Seoni. No eres lo suficiente responsable como para llevarme a la luna. —Su tono sonó dubitativo y confuso, y yo no pude evitar reír a carcajadas por su ocurrencia.
—¡Anda, loco! —ordené levantandome y ofreciendole mi mano para ayudarle a hacer lo mismo—. Primero desayunemos y ya luego decidimos qué satélite visitar.
Tae tomó mi mano haciendo pucheros y, resignado, me siguió hasta la cocina. Yo estaba rebosante de energía y dicha aquella mañana. No me había atrevido a dormir por temor a no poder despertar a tiempo y que, todos descubrieran a cierto gato en mi habitación. Sin embargo, me había pasado varias horas admirando cómo mi sexy novio dormía a mi lado. Verlo de esa manera fue un placer que no sabría describir. Iba mucho más allá de la felicidad y, creo que «querer» a Yeongu... se me estaba quedando corto... Antes de volver con Taesung, sobre las cinco de la madrugada, había despertado a Yeongu y le había pedido que se marchara, alegando que tenía que levantarme muy temprano para hacer algunos trámites. No me pareció sensato contarle que a pocos metros de mi habitación, me esperaba otro hombre al cual sí podría amanecer abrazada... Él bastante conforme, aunque con demasiado sueño, descendió por el tubo de la calefacción y se marchó.
7.50 amEl acostumbrado mensaje de buenos días de Yeongu llegó justo cuando sorbía el último trago de café, que pareció mucho más caliente gracias a las palabras que leyeron mis ojos. ¡Siempre tan fogoso! No pude evitar morder mi labio inferior por la calentura que comencé a sentir en todo mi cuerpo y, la mirada escudriñadora y para nada discreta de Taesung, no se hizo esperar.
—¿Quién te escribió? —preguntó mi amigo, abalanzandose sobre mí para intentar leer también, mas fui más rápida y bloqueé la pantalla de mi móvil, impidiéndoselo.
—¡Nadie, chismoso! Termina de babear el café y vamos.
—Sabes que no me gusta el café —refunfuñó, dejandolo a un lado y comiéndose la última tostada del plato de más de veinte que mamá había preparado. Creo que se las había comido prácticamente todas—. Y espero que ese «nadie» pueda hacerte sonreir así de lindo por mucho tiempo, Seoni. —Su mirada pícara y su guiño me hicieron sonrojarme a tal punto, que mi padre logró notarlo.
—¿Qué sucede, princesa? —indagó, mirándome a los ojos.
—Nada, pa, ¿qué va a suceder? ¡Que este niño pierde la noción del tiempo y llegaremos tarde!
—¿Pero no ibas a darle un paseo por la montaña?, no es necesario ir a una hora específica.
—¡Claro que es necesario! Quiero estar en Donghwasa antes que abran las puertas del templo. ¡A los que llegan primero les dan las paulownias más bonitas!
—No te preocupes, Seoni. Puedo conseguirte flores mucho más bonitas cerca de casa —sugirió mi amigo con la ingenuidad que lo caracterizaba.
—Pobre bebé, no entiendes nada. —Le apreté los cachetes y se quejó con un puchero—. Las de cerca de tu casa... ¡no son mágicas! Así que vamos. —Lo tomé de la mano y lo jalé para salir corriendo escaleras abajo.
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Diario de una canción ✔️
Teen FictionPensaba que amar le sería tan fácil como componer un rap... pero se equivocó. 🎼🎼🎼 Él vivía enamorado de la música. Ella se convirtió en su canción más perfecta. Pero no todas las melodías necesitan letra y no todas...