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Un beso puede hacerte sentir tantas cosas.

Y más cuando es de la persona que odiamas o... amodias. Por supuesto que esas palabras no existen. Ya no sé ni qué rayos escribo...

¿Cómo explicar lo que senti?

¿Acaso tiene explicación?

Al menos, lo intentaré. Lo prometo... Y si me quedo sin palabras, el entrañable grillito que se apiadó de mí y volvió a mi lado, me ayudará.

Min Yeongu: Mi felino preciado, mi asesino frustrado, mi mayor debilidad. Ese que juré olvidar y que jamás volvería a hacerme daño, se encontraba ahora a milímetros de mi boca. Observando con sus ojos rasgados y a detalle mis mejillas rojo sangre y, el constante subir y bajar de mi pecho acelerado. ¡Rayos, ¿cómo ocultar mis reacciones si las muy traicioneras, se encargaban de gritar sin cansancio cuánto me afectaba todavía su cercanía?!

Tal vez, el pasillo semioscuro me ayudaría a camuflarlas... Tal vez... si aquel gato no estuviera tan cerca...

Sin él decir nada y sin yo poder encontrar las fuerzas para detenerlo o escapar, al fin juntó sus tiernos labios a los míos. Nunca pensé que me ocurriría algo así, a mí, que aborrecía esas patéticas escenas en los dramas donde el chico besaba levemente a la chica y ella se quedaba inmobil ante el tenue contacto, como tonta. Sin embargo, aquí estaba yo: con los ojos abiertos como platos y las manos a cada lado del cuerpo, inertes. Sus labios eran justo como los recordaba, no había nada nuevo en ellos aunque, no creo que le hiciera falta ya que todo el deseo, la humedad y el fuego que solían hacerme temblar... seguían ahí.

¡Estúpida Seong...! ¡Sí, Seong!! Seong es la única culpable por creerse más fuerte de lo que realmente era. Por pensar que su «plan infalible» de provocar a ese minino perverso, no iba a tener nefastas concecuencias... ¡¡¡Tonta, tonta y tonta!!! Y digo Seong porque solo ella podría seguir todavía enamorada de...

¿Enamorada? ¿Acabas de reconocerlo?

¡¡¡NOOOO!!! ¡Rayos, sí! ¡Grillo, haz algo! ¿No ves que esta jugosa boca me está haciendo delirar?

¡¡¡Pues no cierres los ojos!!!

¿Ojos? ¿Qué ojos?... ¡Mierda!

Mi amiga incondicional lo intentó, ¡que digo lo intentó!, me hubiese apartado de la tentación con sus propias manos si personificarse le hubiese sido posible. Mas juraría que aunque hubiese podido, no lo hubiese logrado. Yo estaba en trance y nada me haría desprenderme de aquel suculento sabor a mandarinas, de aquellos labios tersos, pero a la vez suaves. De aquella saliva caliente que impregnó mi garganta y nubló mi razón... Solo yo sería capaz de hacerlo, si encontraba aunque fuera una pizca de voluntad... Y lo logré: Mis fuerzas emergieron y pude empujar su rostro lejos del mío... Solo bastó un débil flashazo del recuerdo de aquel granero. La repugnancia y el odio que siempre me invadían cada vez que lo evocaba, eran más fuertes que cualquier otro sentimiento.

—No le tomaré en cuenta esta grave falta de respeto —susurré, pero con firmeza, intentando que no se notaran los altibajos en mi voz, mientras él me observaba a los ojos, todavía demasiado cerca—. Es evidente que está ebrio y no quiero problemas ni mucho menos, destrozarle la fiesta y la alegría de esta noche a Taesung y, a los demás chicos.

Su media sonrisa se hizo presente y mi pecho saltó. Quizás, también, saltó algo más. Para qué intentar engañarte... o engañarme. Una pequeña carcajada salió de su perfecta boca, dejándome deslumbrada por el blanco de sus dientes.

—Sabes que no he bebido ni una gota de alcohol —informó, y puso sus dos manos en la pared, a cada lado de mi rostro, dejándome acorralada y despertando sensaciones en mi cuerpo que por supuesto no quería, pero que no podría ocultar por mucho más tiempo—. Aunque si con eso me libro de «problemas»... —Su cara divertida y su aliento chocando contra mis fosas nasales, provocando cientos de cosquilleos en mi pelvis—. Digamos que sí... estoy completamente ebrio, me estoy cayendo de la borrachera, Seong.

Diario de una canción ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora