CAPITULO 14

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Meliodas al entrar a la habitación de Elizabeth, la encontró tan vulnerable, que decidió que quería un momento a solas con ella para hablar.

Meliodas: señora Goddess podría estar un momento a solas con Elizabeth por favor—pidiendo con mucha amabilidad.

La señora Goddess vio a Meliodas sorprendida y al ver la expresión de su cara que era de preocupación, no lo dudo y le dio su momento a solas con su hija mayor.

Madre de ellie: claro muchacho— mientras se acercaba a la puerta— ¡vamos lizzy!, los muchachos necesitan un momento a solas—se percato que su hija menor hacia pucheros porque quería saber del chisme—¡vamos hija!, yo te contare todo lo que paso, mientras preparamos algo caliente para los nervios de tu hermana.

Liz acepto de mala gana y salió junto a su madre para así dejar a solas a la pareja.

Ya entando a solas Meliodas comenzó a acercarse a Elizabeth, que aun seguía llorando, comenzó a acariciar su cabeza en señal de cariño y eso hizo reaccionar a Elizabeth, al verlo ella no dudo ni un segundo y se lanzo a sus brazos para poder sentir su calor reconfortante.

Elizabeth: lo siento— con voz quebrada— soy la peor novia del mundo, debes estar odiándome en este momento*snif*, solo porque no pude arreglar mis problemas por mí misma, tu saliste lastimado*snif*, no te merezco—comenzando a llorar de nuevo.

Meliodas: no te rebajes de esa manera—tomándola del mentón para así levantar su mirada para que lo viera—tú no tienes la culpa de nada, yo lo hice porque soy tu novio, te amo, y parte de serlo es de protegerte de cualquiera que te haga daño—comenzando a acariciar su mejilla— tu eres la mejor novia del mundo, la más hermosa y valiente que hay— dándole un beso en la frente.

Meliodas: no te rebajes de esa manera—tomándola del mentón para así levantar su mirada para que lo viera—tú no tienes la culpa de nada, yo lo hice porque soy tu novio, te amo, y parte de serlo es de protegerte de cualquiera que te haga daño—comenz...

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Elizabeth no podía creer que Meliodas fuera tan amable y caballeroso, a ella le encantaba esa faceta de él, y por eso lo amaba tanto.

Elizabeth: ¿enserio?, ¿no soy una rechazada ni una chica rara o un fenómeno? —mientras lo miraba con ojos de gatito tierno.

Meliodas: por las diosas mi amor, ¡NO! —mientras le daba una sonrisa— no eres nada de eso, eres perfecta para mis ojos, eres muy sociable con los demás y no eres un fenómeno—comenzando a acariciarle la cabeza— todos tenemos algo peculiar que nos distingue, si fuéramos todos iguales, sería muy aburrido, no crees—haciéndole cosquillas en la nariz.

En ese momento Elizabeth sentía que estaba en los brazos de su padre, que la tenia toda la razón del mundo, y que siempre la protegería.

Elizabeth: gracias cariño— abrazándose fuertemente a él—tu siempre sabes cómo levantarme el ánimo, y hacerme sentir segura.

Meliodas: para eso estoy aquí, para hacerte feliz el resto de tus días—mientras correspondía el abrazo.

En eso entro la madre de Elizabeth con una charola que tenía dos tazas de té, uno de ellos era un té de hiervas para los nervios de Elizabeth.

Otra oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora