4. Barco Hundido

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Llegaron al lugar después de unas varias lunas llenas, Hongjoong contó haber visto dos lunas llenas. También sufrieron el celo de Jongho y fue de las cosas más doloras que pudo haber presenciado. Sabía que el celo en esos momentos se había desencadenado con más fuerza por lo ocurrido en Aurora.

Fue una forma de decir que el menor no se sentía bien, pero eso estuvo bien, pudo sacar todo lo que le enfermaba en ese momento. Aunque hubiera sido mejor con la ayuda de un Alfa.

Jongho ni siquiera podía moverse, todas sus fuerzas desaparecieron, por lo que Yeosang y Hongjoong lo cuidaron.

—Toma esto —dijo Hongjoong entregándole en un vaso lleno de miel y un pétalo extraño de una flor, Jongho frunció el ceño, pero no pudo quejarse, bebió eso y su cuerpo poco a poco se relajó— este es mi pequeño secreto —le sonrió, el Omega menor se desmayó después de eso.

Salieron de eso sin muchos problemas, San y Wooyoung sabían controlarse bastante bien pues ambos habían crecidos rodeados de Omegas, aun así, habían sido cuidadosos y no se acercaron a su cuarto hasta que el celo termino.

—¡Necesitaremos más provisiones! —escucho el grito de Yeosang y sonrió agradecido de tener al mejor intendente que pudo haber deseado.

Claro que cuando lo eligió como el intendente hubo muchas quejas, en especial de Jongho quien había dicho que merecía serlo por ser el primero en querer ser parte de su tripulación.

—Mierda —murmuró Hongjoong al ver otro barco acercarse a toda velocidad. Sintió un nudo en el estómago. Esta sería su primera batalla importante desde que se convirtió en capitán. Hacía tiempo que no usaba su espada y, esperaba no tener que matar a nadie. Tal vez con asustarlos sería suficiente.

—¡Espero que sepan usar armas! —gritó Jongho y todos sonrieron ante el entusiasmo del Omega menor, que contrastaba con el nerviosismo de los demás.

Yeosang se tensó, sabiendo que debía matar o morir. Solo había matado por su familia, nunca por codicia o venganza. Nunca volvió a tocar la espada de la misma manera después de aquella vez. No, no podría manejar la espada, aunque quisiera.

Él también había matado antes, pero desde que se unió a su tío, había dejado de hacerlo. Su tío era solo un comerciante que viajaba proporcionando ayuda a los pueblos más necesitados. Pero su tío había muerto, y Hongjoong había heredado su mapa y un deseo de venganza.

Y ahora tenía que defender a su joven e inexperta tripulación de los piratas que los acechaban.

Fue un desastre. El barco enemigo se acercó tanto que ya no podían escapar. Era demasiado tarde para dar la vuelta, y demasiado arriesgado para rendirse. Fue entonces cuando Yeosang se dio cuenta de algo horrible. En su barco había tres Omegas y dos Alfas, mientras que en el otro solo había Alfas. Los enemigos creían que sería fácil robarles el barco y los Omegas.

Hongjoong solo pudo saborear su suerte cuando vio que el barco enemigo tenía solo tres cañones. Suspiró más tranquilo, pensando que tal vez podrían resistir el ataque. Además, estaba seguro de que el otro navío traía algo de valor con ellos, ya que no parecía ser solo un barco mercante. Tal vez podrían aprovechar la situación y quedarse con su botín.

—¡Son de la corona! —gritó Yeosang, reconociendo el emblema del rey en la vela del barco. Hongjoong supo entonces que ese buque estaba tras el oro del barco hundido que ellos habían encontrado. No iban a dejar que se lo quitaran.

De repente, su barco se llenó de Alfas dispuestos a atacarlos. El primero en ser golpeado por la cruel realidad fue un Alfa que cayó en manos de Jongho. El Omega le clavó su cuchillo en el pecho con una fuerza sorprendente. Miró hacia Yeosang y le indicó que se ocultara. Ellos podrían manejarlo. San y Wooyoung, estuvieron de acuerdo y en silencio protegieron a los Omegas.

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