18. Confianza

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—¡Seonghwa! —Yeji grito estirando sus brazos, Seonghwa la atrapo cuando se lanzó, el mayor suspiro aliviado al haberla atrapado— Hyunjin... Hyunjin está... —miro a su hermano sin saber cómo debía decirle.

—¿Qué acaece a Hyunjin? —preguntó asustándose un poco ya que rara vez sus hermanos iban a pedirle ayuda— Condúceme a su lado —le pidió y Yeji asintió mientras comenzaba a correr de nuevo. Dieron vueltas por tantos pasillos que Seonghwa comenzó a pensar que su castillo era un laberinto.

Pero al fin llegaron a una zona sin salida, el príncipe miro confundido el lugar, sin comprender que estaba sucediendo, fue entonces que Yeji se acercó a la pared, ella toco en orden como si fuera un código y de repente la pared bajo dejando ver unas escaleras.

—Te lo advertí, estamos versados en cada rincón y recoveco de estos dominios —declaró con una sonrisa ladina, alzando una lámpara de aceite que reposaba en la entrada. Descendió las escaleras, iluminando el sendero, mientras Seonghwa lo seguía, observando todo con un asombro reverente. La pared se elevó súbitamente, y la oscuridad se intensificó.

—¿Cómo dieron con esta entrada? —pregunto acercándose a su hermana, no quería quedarse muy lejos de ella. Hacía bastante frio y parecía ser que a ella no le importaba a pesar de que el vestido parecía incómodo y bastante frio.

—La clave fue Hyunjin, quien dedicó incontables horas al estudio de la pintura —le restó importancia—. Descifró el patrón oculto y, siguiendo las instrucciones veladas en el arte, revelamos la entrada —explicó. Al llegar al final del trayecto, Seonghwa no pudo ocultar su asombro ante la revelación de que tales maravillas yacen ocultas bajo su propio castillo— Hyunjin se encuentra más adelante —se veía más relajada ahora, Al entrar en la habitación, allí estaba su hermano, absorto en la creación de su más reciente invento.

—¡Al fin! —exclamó con un deje de dramatismo— Casi sucumbo en estas profundidades, mientras ustedes paseaban con la serenidad de los dioses —les gruñó antes de volver a concentrarse.

—Mis disculpas, pero Seonghwa se hallaba en el extremo opuesto del castillo —se defendió ella, cruzando los brazos con una expresión de descontento—. Debemos instruirlo en los secretos de este lugar —musito y Hyunjin acepto, Seonghwa miro a sus hermanos esperando cualquier cosa.

El lugar estaba sumido en la humedad, envuelto en la oscuridad y penetrado por un frío persistente. Seonghwa, desconcertado, no lograba comprender cómo sus hermanos podían mantener la calma en ese ambiente. Aquel recinto parecía evocar la imagen de antiguas mazmorras, quizás lo eran en realidad, aunque decidió no adentrarse demasiado en esa reflexión incómoda.

Al posar la mirada en el suelo, una oleada de repulsión lo invadió al percatarse de los animales que se desplazaban por doquier. La inquietante sensación de que uno de esos gusanos pudiera escalar su cuerpo lo atormentaba. Las paredes, testigos del tiempo transcurrido, exhibían manchas envejecidas cuyo origen Seonghwa optó por no indagar.

—¡Seong! —su hermano llamo su atención y Seonghwa al fin prestó atención, miro y Hyunjin le mostro en lo que había estado trabajando— Es solo un esbozo, pero confío en su utilidad —le regalo una sonrisa mostrando sus dientes— Requeriremos de una daga —prosiguió, ajustando la funda de cuero en su muñeca, se veía como un brazalete un poco tosco— Pasará inadvertido, creerán que es mera ornamentación —susurró, su sonrisa llena de complicidad—. Considera esto un obsequio nuestro, así que mantente vivo, ¿sí?

—No te permito morir antes que yo —gruñó su hermana y Seonghwa sonrió mirando a sus hermanos con cariño.

—No pienso partir de este mundo —aseguró, atrayendo a sus hermanos en un abrazo cálido, provocando risas entre ellos.

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