6. Tormenta

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Casi un año, atorados en ese horroroso lugar, aunque de vez en cuando salían por negocios, habían asaltado uno o dos barcos lujosos, pero nada demasiado sorprendente, en especial para Fear. En ese momento tenían un trabajo, saldrían para tomar el barco, uno que se decía viajaba del reino de las Hojas.

—¡Woo! —escucho los gritos de sus compañeros y sonrió, camino hasta ellos sin pensarlo dos veces, cuando llegó pudo ver a dos de sus amigos corretearse, supuso que estaban jugando, formo una pequeña sonrisa. A pesar del horrible lugar en donde se estaban quedando parecía que no les estaba afectando y eso lo hizo sentirse aliviado, al menos un poco.

Aunque en realidad todos actuaban de esa forma para sentir que seguían siendo ellos, que ese lugar no les había afectado.

—Hongie regáñalo, dice que soy feo —se quejó Wooyoung mientras miraba al mayor.

—¡San... Tienes razón! —le dijo a San y este solo comenzó a reír dándole pequeños golpes a Wooyoung para molestarlo aún más.

Wooyoung abulto sus labios, molesto mientras se cruzaba de brazos, les sacó la lengua y antes de que pudiera hacer otra cosa escucharon como las gaviotas comenzaban su viaje. Indicando que era hora de irse.

—San, llama a tu hermano —pidió Hongjoong ignorando las quejas de Wooyoung— ya estamos por zarpar —sonrió y el otro asintió, sería un largo día, nunca habían atacado a ese reino, así que no estaban seguros de hacerlo, pero era eso o esperar otro día sin hacer nada en Fear.

—Como ordene capitán —San se encaminó al pueblo, donde sabía que encontraría a su hermano, camino un poco y no tardó en encontrarlo apostando— ¿Cuántas veces te he dicho que no apuestes? —se cruzó de brazos, pero sonrió cuando vio el rostro concentrado de su hermanito.

—¡Ja! —celebró su hermano, el otro chico que parecía un gigante frunció el ceño, no podía creer que había perdido contra ese tipo— muchas gracias por jugar conmigo señor —sonrió divertido antes de tomar las bolsas de dinero que había ganado— ¿Acaso nadie puede ganarme? —soplo, siempre con aires de superioridad. En los últimos meses había descubierto lo fácil que era ganar unas monedas de oro apostando, así que nunca perdía la oportunidad.

—Ni pienses en apostar otra vez —la voz de San volvió a escucharse— Hongjoong ya nos quiere listos —ayudó a su hermano, tomo una bolsa de dinero y camino, estaba orgulloso de su hermano, aunque tenía miedo de que algo pudiera pasarle en una de esas apuestas.

—Bien, bien —camino detrás de su hermano, ignorando las amenazas del gigante de atrás.

—Esta vez estuviste en problemas —se quejó, no le gustaba mucho que su hermano apostara cada que podía— ese gigantón no se veía nada débil —tocó el hombro de su hermano y este bufo— vi como tu mano temblaba —se burló.

—Solo fue un segundo y fue porque quería burlarme de él —rio mientras peinaba su cabello— ya te dije que nadie... —fue interrumpido.

—Nadie vence al gran Choi Jongho, el destrozador de cráneos —terminó por decir su hermano con una sonrisa, era un apodo cariñoso que se había puesto para imponer más miedo y la leyenda de su hermano estaba creciendo— tu nombre da tanto miedo, si tan solo supieran que no eres un Alfa —estiró su brazo para abrazar de lado a Jongho, el menor no pudo evitar reír, al principio Jongho puso resistencia, pero terminó aceptando y caminaron así hasta que llegaron al muelle.

—¡Al fin! —grito Hongjoong vislumbrando a los hermanos— ¿De dónde salió tanto dinero? —miró sorprendido las bolsas que cargaban sus compañeros, aunque se imaginó la razón, el menor era una gran fuente de oro, tenía que admitir que Jongho era su valioso tripulante dorado.

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