32. Secuestro

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Mingi disparó con precisión a los Alfas que arrastraban a su Omega, al observar cómo los cuerpos caían al suelo, se sintió aliviado, aunque la tensión aún se aferraba a sus manos, consciente de que la batalla estaba lejos de concluir.

Jongho, liberándose de las cuerdas, notó que un Alfa seguía con vida, aunque perdiendo sangre por el agujero de bala... Aun viendo esto, se llenó de rabia, y sin titubear, pisoteo al Alfa hasta que sus huesos crujieron, rompiendo su cráneo.

Pese a esta pequeña victoria, se vieron superado en fuerza y números, a pesar de todo seguían teniendo menos experiencia y eran solo ocho, aun así, no podían rendirse tan fácil...

Se había prometido a sí mismo no revelar ese lado salvaje a sus Alfas, pero en ese momento crítico, optó por extraer fuerzas de su interior.

—Así que el destrozador de cráneos eres tú —la Alfa expresó sorpresa al dirigirse al joven que había acabado con la mayoría de sus hombres.

—Sí, soy yo —gruñó el menor, la sangre goteando de su cabello.

El ambiente se volvió denso y gris; cada ataque contra Jongho resultaba en la caída de quien lo ejecutaba. El sonido de los mosquetes parecía cesar, dejando espacio para la presencia abrumadora del Omega.

—No somos tan fáciles —declaró Dominic formando una sonrisa, había observado lo suficiente para darse cuenta, mientras ordenaba otro asalto, esta vez dirigido directamente al vientre del Omega.

Las náuseas volvieron al cuerpo de Jongho, pero se mantuvo en pie y centrado, lo suficiente para protegerse del ataque.

A pesar de que tanto Mingi como su hermano y Wooyoung disparaban para tratar de ayudarle, jadeó cuando esta vez fueron cadenas las que lo atraparon. Sintió el repentino tirón, y las cadenas se enrollaron de manera hábil alrededor de su cuerpo, apretándose con fuerza.

En un parpadeo, se vio arrastrado hacia atrás, luchando por mantener el equilibrio.

Sus músculos se tensaron mientras las cadenas lo sometían, y trató de liberarse. Jadeó al sentir cómo las cadenas se apretaban, limitando su movimiento.

La presión se concentró con fuerza en su pecho y vientre, donde buscaban inmovilizarlo. Jongho supo en ese instante que cada intento por resistirse solo aumentaría el dolor.

—Será mejor que te quedes quieto —la voz de la chica resonó a su alrededor, teñida de un tono amenazante— No quieres ver a tus Alfas perder la vida.

Jongho gruñó, sintiendo la rabia crecer en su interior. Podía transformarse en cualquier momento, pero esa elección conllevaba un riesgo considerable para el cachorro que llevaba en su vientre...

Ya lo había hecho una vez y no estaba dispuesto a volverlo a hacer y poner en riesgo la vida de su hijo o hija.

—Maldita... —Jongho apenas pudo articular la palabra antes de que la oscuridad comenzara a nublar su visión. Las cuerdas no solo lo estaban inmovilizando, sino que también estaban afectando su mente, debilitando su capacidad de resistir.

—Llévenselo —ordenó Dominic a sus hombres—. Este Omega será nuestro trofeo.

Las cadenas apretaron aún más, forzando a Jongho a caer de rodillas. Protegió de forma instintiva su vientre,

La lucha era inútil. La cadena que rodeaba su cuello tiró con fuerza hacia atrás, obligándolo a inclinarse hacia atrás. Jongho resistió la tentación de transformarse y, en cambio, se concentró en la esperanza de que sus Alfas pudieran revertir la situación. Sin embargo, el miedo de verlos heridos o, peor aún, perderlos, lo envolvía mientras era arrastrado al barco enemigo.

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