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Una mañana algo nublada, el castaño de un saltó salió de la cama, otro día más de clase, estaba emocionado por ver a sus amigos, no era alguien al cuál todos los del colegio querían, pero amaba eso, se estiró mientras que un bostezó se escapaba de sus labios.

-¡Andrés!- se escuchó tras la puerta, el castaño se dirigió a su armario, tomó aquella polera turquesa, amaba esa polera, la tomó para luego tomar un polo blanco y unos jeans azules

Al terminar de vestirse el adolescente se dirigió a la mesa, dónde su hermano mayor los esperaba.

-Buenos días, pequeño- habló el mayor.

-Ya tengo 18, no soy taaaan pequeño- respondió tomando asiento al lado d su hermano.

-Eres mi pequeño hermano- refutó entre hombros.

-Dejen de pelear, y desayunen- dijo el de cabellera celeste mientras dejaba los panes en medio de la mesa.

-No estábamos peleando- musitó el castaño.

Los dos alfas miraron al pequeño chico, este arqueó sus cejas.

-Ni se les ocurra- soltó mientras tomaba un pan.

-Andrés, tienes 18 y todavía no te has presentado, si mejor vamos con un especialista y...-

-No- interrumpió el menor -Estoy bien, solo debo seguir esperando- contradijo mientras cortaba su pan en dos.

-Andrés- llamó su hermano en busca de la atención del adolescente -¡Andrés!, ¡SPARTA!-

-¿¡QUE!?- exclamó molestó -¿Está mal no querer hablar del tema?- agachó su cabeza entristecido.

Los dos alfas se miraron entre sí, pues no sabían cómo reaccionar ante la carita de niño regañado del menor, Timba suspiró intranquilo, se sentó al frente de sus hijos para empezar a comer.

Se quedaron en un silencio algo incómodo, pues el tema era algo delicado para ellos, pues el menor de todos no se había presentado como alfa, omega o beta, llenando de confusión a la familia.

Trás la perdida de su madre Sparta cayó en una depresión, cuando cumplió los 15 nunca llegó a presentarse como alfa, Omega o beta, a lo que la familia decidió mudarse a otra casa, buscando que el menor se sintiera menos intranquilo, los años pasaron y el menor nunca se presentó, trás la falta de su sub.generó recibió bullying de parte de su propia familia, se tuvieron que alejar de todo y todos para que el castaño pudiera presentar se, a lo que esto no funcionó.

Al terminar de desayunar, los tres chicos se levantaron de la mesa, tomaron sus cosas para luego salir del departamento, al estar en el pasillo el castaño se encontró con su vecino, un hermoso y atractivo Omega.

-¡Spartita!, Buenos días- saludo mientras bañaba con su aroma las fosas nasales del menor -¿Porque la cara larga?- pregunto con un tierno puchero.

"Rosas y cacao"

-Ah, no es nada, ¿Amaneciste bien, Rius?-

-¡Si!, Bueno, no es lindo amanecer solo pero está bien- comento mientras acariciaba la cabellera castaña del menor -¿Está seguro que te sientes bien?-

-Si- contesto cortante.

Cuando el omega iba protestar lo interrumpió la presencia de dos alfas.

-Oh...Buenos días Rius- saludó el peliceleste mientras cargaba la maleta de sus hijos.

-B-buenos días, Timba- tartamudeo el peliblanco con sus mejillas teñida de carmín -¿A-amaneciste bien?-

-Si, ¿Y tú?-

-¿Y-yo?...¡Si!, Amanecí de maravilla- exclamó mientras reía nervioso.

El alfa de cabellera celeste solo asintió para luego salir con sus hijos del pasillo.

-Oye papá, ¿No has pensado en salir con un Omega?- pregunto el más alto, ganándose una mirada curiosa de parte de su padre -Ya sabés, un omega como Rius, es lindo, sexy y su aroma es exquisito- describió mientras se detenían en la parada de bus.

-Victor, Rius es muy joven para mi- se excusó el peliceleste.

-Papá, solo tienes 45- alentó el más bajó -y Rius apenas tiene 32, deberías intentar cortejarlo-

El mayor de todo solo río ante las ocurrencias de sus hijos.

-Ya, ya, basta de juegos, suban al bus- dijo mientras les daba su maleta a cada uno.

-¡Piénsalo!- exclamó Andrés mientras subía al bus -Tal vez sea la mejor decisión que tomes- dijo mientras las puertas del bus se erraban.

Dulce aroma a Miel © SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora