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El peliceleste tomó aire, nunca se había sentido como un padre sobreprotector, pero, cuando se trataba de Andrés, las cosas cambiaban

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El peliceleste tomó aire, nunca se había sentido como un padre sobreprotector, pero, cuando se trataba de Andrés, las cosas cambiaban. No porque fuera su favorito sino por el hecho de que su lobo podría ser muy débil ante cualquier engaño.

-¿Y...a ti te gusta?-.

-Bueno...aún no entiendo muy bien que es lo que siento, pero creo que si-.

El adulto solo quedó callado, el aún no se sentía listo para estás conversaciones, pero como padre debía intentarlo.

-Bueno, intenta pasar un poco más de tiempo con él y aclara que es lo que sientes...no vayas aceptar por presión o por pena- no sabía que más decir, eso era lo único que se le ocurrió.

El castaño asintió levemente con la cabeza, le podía pedir algo de tiempo a Gonzalo para pensar que sucederá de ahora en adelante que sus sentimientos salieron a la luz. Giró sobre la cama, el silencio llenó la habitación del pequeño omega, cuando su padre pasó las yemas de sus dedos por la cabellera contraría.

-Vamos al Centro hospitalario Silver Birch, se encuentra a las afueras del pueblo, es uno de los mejores hospitales de por aquí-.

-Bueno...esté Viernes podemos ir, no puedo faltar a clases- soltó mientras miraba entristecido el techo del cuarto.

Su lobo se sentía increíblemente feliz por lo que había pasado con Gonzalo, pero, la idea de estar con un alfa puro lo angustiaba, según tenía entendido estos solían ser algo posesivos y agresivos. Era gracioso imaginar a Gonzalo agresivo, esté era completamente un ser muy dulce y tímido como para atacar a alguien, pero...esa vez, en los baños, su lobo era todo lo contrario a Gonzalo. Se puede esperar de un lobo en celo por lo tanto podía ignorar aquel momento.

Su padre se levantó y plantó un beso en la frente del omega, para luego retirarse de la habitación, su pequeño lobo estaba algo preocupado por su padre, su aroma era agrio y muy débil, debía hablar con Rius, aunque sea intentarlo.

Tomó su celular y buscó entre todos los contactos hasta encontrar al omega, su foto de perfil era su regordete rostro con una bella sonrisa que dejaba a la vista un tierno hoyuelo. Rius era el omega que todo alfa querría tener; dulce, tierno, amable, atentó, atractivo y con un aroma exquisito. Cómo omega sentía algo de envidia por lo atractivo que era, pero, diablos, era Rius, ¿Quien no amaba a ese pequeño ser?. Escribió rápidamente:

Andrés:
Hola, Rius
¿Cómo te a ido estos días?
A mí maso menos, pero tal vez podíamos quedar para hablar, ya sabés, curiosidades de omega.

Sentía que había escrito como todo un vejete, ni modo, la cosa era que Rius le respondiera con un si o un ¿Cuando estás libre?, Le quería contar lo de Gonzalo y si podía intentar hablar con Timba, el cuál está aún decaído.
La respuesta del mayor no tardó mucho, apenas la leyó sintió un nudo en la garganta.

Dulce aroma a Miel © SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora