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El transcurso de su día fue todo un revoloteo, al ir a desayunar con Rius este se había quedado dormido debido a que toda la noche estuvo trabajando en unos papeles importantes para la empresa que trabajaba, no tubo más remedio que marcharse sin d...

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El transcurso de su día fue todo un revoloteo, al ir a desayunar con Rius este se había quedado dormido debido a que toda la noche estuvo trabajando en unos papeles importantes para la empresa que trabajaba, no tubo más remedio que marcharse sin desayunar a su instituto.
Apenas llegó al campus la oleada de jóvenes lo empujó contra el suelo, se levantó de la cera e intento quitar todo el polvo que se encontraba en su ropa,  al subir su mirada se encontró con un par de ojos bicolores, estos al darse cuenta del contacto visual hizo el ademán de acercarse al castaño, pero no esperó que el omega sería arrastrado por uno de sus amigos.

—Buenos días chiquita— saludó el rubio sin soltar el brazo de Andrés.

—¿Miguel?, coño, me has salvado de...— guardo silencio antes de contarle a su amigo el vergonzoso evento que le había pasado.

—¿Ah?, ¿Te salve de que?, ¿Acaso alguien te intimida?— tras preguntar detuvo su paso, miró fijamente al castaño y se acercó al rostro contrario.

Andrés negó con la cabeza —Dios, Miguel, ¿Conoces a mi hermano?,  nadie me molestaría por el simple hecho de que Victor es mi hermano—.

—Bueno...entonces, ¿De que te salvé?— la duda inundó la pequeña cabeza rubia.

—Nada, solo que...la multitud me aplastó y bueno...de eso me salvaste— respondió no tan seguro.

El rubio se le quedó mirando unos segundos, para luego, sonreír y seguir arrastrándolo hacía un punto fijo del patio. Un pelimorado apareció en su campo de vista, este se encontraba concentrado en el contenido de su celular, hasta que el rubio tiro de su casaca.

—May— saludó el castaño.

—Andrés— saludó May con una sonrisa —¿Para que nos hiciste venir?, tengo clase de Física y el viejo ese no hace nada más que dejar a cualquiera fuera del salón— bajo la mirada hacía el rubio, este solo le sonrió.

—Bueno, como sabrán, en unos días va hacer el festival, ¿Verdad?—

—¿Que festival?— el castaño miró a ambos de sus amigos, estos solo lo miraron extrañados.

—Andrés, el festival de los clubes, ¿Te acuerdas que el año pasado te disfrazaste de zombie para tu club de artes escénicas?— el castaño asintió con la cabeza —Bueno, a ese festival se refiere—.

—Ah, ¿Que tiene ese festival?—.

—Bueno, como este año muy pocos estudiantes se hicieron miembros del club de cocina...estamos reclutando algunos omegas para que nos ayuden en nuestra mini cafetería— soltó mientras les mostraba un folleto.

—¿Solo omegas?— pregunto el pelimorado algo confundido.

Andrés tomó el folleto y empezó a leer detenidamente.

—Si, ya que nuestro presidente decidió la temática de nuestro mini café, como es uno de los pocos alfas que hay en nuestro club—.

—¿Maid?— Andrés miro extrañado a Miguel —¿Que es eso?—.

Dulce aroma a Miel © SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora