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El castaño abrió los ojos lentamente, un punzante dolor en el abdomen le dió la bienvenida a la realidad.

—Joder...— jadeó de dolor ante los cólicos.

—Por fin se levantó— habló una beta.

El castaño la miro extrañado, ¿Donde se encontraba?, Por el uniforme de la joven podía suponer que estaba en el hospital.

—¿Que...que pasó?— pregunto mientras sostenía su cabeza adolorido.

—Ah, te presentaste— informó mientras se acercaba al omega —Eres un lindo omegas— felicitó la enfermera.

—¿Un...omega?— repitió sin creer lo que había escuchado —¿Es una broma?— pregunto incrédulo.

—Nop, eres un lindo omega, los dolores de tu abdomen son cólicos, debido a tu regla o celo— informó mientras le entregaba un neutralizador, unas toallas y supresores —Este líquido lo debes echar en tu cuello, así tu aroma disminuirá, las toallas son para que no te ensucies cuando te baje y...bueno, ya debes saber para que son los supresores, ¿Verdad?—

El castaño asintió con la cabeza todavía en shock por lo que le había explicado la enfermera.

—Tu papá ya vino a recogerte, éstos tres días de celo por favor pásalos en casa, así será menos peligroso— pidió mientras abría la puerta —Tu hermano vino a verte— informó para luego dejar pasar al castaño oscuro, el cuál también estaba en shock.

Los dos hermanos se miraron, para luego jadear ante la situación.

—Hermano...hermanito, mirá no es malo ser omega— empezó hablar el mayor, intentando dar consuelo a su hermano.

—¿No es malo?, Encima de tener que ser sumiso, recibir acosó, terminar marcado, soportar una puta cesaría de 3 horas a más solo para darle un puto cachorro a un alfa, ¿Crees que no es malo?— habló claramente asustado.

—eh...mejor hablá con papá, no soy bueno en ésto— soltó —Ah, cierto, Raptor se a ido a su casa, no pudo mucho tiempo retener a su alfa, ya sabés alfas puros...con ellos no funcionan los supresores— soltó mientras salía de la habitación.

—¿Raptor...?— se preguntó así mismo hasta que los recuerdos golpearon su cabeza.

¡Había besado a Gonzalo!, Y peor...¡Dejó que lo tocará!, Sus mejillas se tiñeron de un color carmín.

—no, no, no, eso nunca pasó— dijo con un sonrisa forzada —¡Arg!, ¿A quien engaño?— gruñio.

Dejó caer sus hombros, ¿Cómo le vería la cara después de esto?, Se levantó de la camilla, un punzante dolor en la espalda lo hizo detenerse.

—Mierda— gruñio mientras caminaba lentamente hacia la puerta la cuál fue abierta antes.

Un peliceleste todo desarreglado entró a su campo de vista, este lo abrazo fuertemente para después alejarlos bruscamente.

—¡No sabés el susto que me diste!— exclamó mientras fruncia el ceño.

—Y tú no sabes el susto que me has dado— respondió mientras se alejaba —Tranquilo, estoy bien— afirmó mientras sostenía en su mano lo que la enfermera le había entregado.

El alfa se quedó mirando unos segundos las cosas para luego dar un suave suspiro.

—Bueno, no se nada de estás cosas— habló mientras miraba extrañado todo —Rius tal vez nos ayude— dijo para luego tomar al castaño de la mano —Vamos a casa— musitó mientras le daba un leve apretón al agarré.

Dulce aroma a Miel © SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora