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Gonzalo lo había impregnado con su esencia, no era tan fuerte como para suponer que lo había marcado, pero sí lo suficiente como para su presencia quedará arraigada en el omega; incluso para Víctor fue difícil tocar al menor antes. Esa clase de feromonas podían ser desprendidas de un alfa completamente despierto, un Alfa que buscaba desesperadamente marcar algo como suyo.

—Eh...— observó atento a cada movimiento de su pequeño hermano.

Los dos alfas seguían al omega con la mirada, había llegado con el extraño aroma a vodka y menta.
El aroma era conocido para ambos menores, pero el mayor lo desconocía por completo.

El pequeño castaño tomó un sorbo a la taza de agua caliente.

—¿Y ese aroma?— se escuchó de parte de su padre, el cuál quería ignorar el aroma a menta en el cuerpo de su hijo.

Andrés pasó saliva y se giró hacía el adulto —Tuve un pequeño problema al regresar del centró comercial— dejó la taza en la mesa, ganándose la atención de los dos alfas —Al parecer aún soy débil ante las feromonas de los demás—.

El omega observó atento alguna reacción de sus mayores, los cuales parecían no hablar el mismo idioma.

—Gonzalo me protegió—.

—¿Gonzalo?— hablaron en unisono.

Negó internamente con la cabeza, parecía que hablara inglés.

—Si, el amigo de Victor—.

Ambos alfas asintieron confundidos.
Andrés le dió otro sorbo a su agua caliente, sus manos aún seguían temblando de nervios, las emociones desprendidas se grabaron en su redonda y pequeña nariz, desearía haber sido alfa. Los dos mayores temían acercarse, el notorio aroma inundaba la habitación.

—Hasta mañana— se levantó de la silla, dejando a los alfas aún confundidos.

El pequeño omega camino por el pequeño pasillo hasta llegar al frente de una puerta, al girar la perilla su intenso aroma a manzanas y miel golpeó su nariz, se adentro a la habitación, dónde se ocultó entre las arrugadas frazadas.

—Dormir...— susurró aún sintiendo a su lobo inquieto.

(...)

—¿¡CÓMO!?— el fuerte grito inundó la cafetería.

Tres omegas machos se encontraban hablando en la grande y vacía cafetería de su institución escolar, el pelimorado aún conmocionado por la noticia, mientras tanto el rubio seguía olisqueando al castaño, sin previo aviso lamió el cuello del omega provocando un escalofríos en el omega.

—¡Miguel!—.

—¿Que?, Solo quería ver si tenías sabor a menta— respondió tomando asiento al lado del pelimorado.

—Entonces...¿Están en una clase de relación?—.

—May, si estuviéramos en alguna relación, ¿Crees que el invitaría a otra Omega a una cita?— respondió amargamente.

«¡Alfa

El aullido de su lobo lo hizo girar, aún no se acostumbraba a las extrañas reacciones del can.
Se encontró con unos bellos ojos bicolor, éstos desprendían felicidad.

«Lindo...»

Se perdieron en un cómodo contacto visual, el cuál parecía nunca acabar.

—¡Gonzalo!— tras aquel chillido una linda Omega se colgó del cuello del pelirrojo.

Este rompió aquel encantador contacto visual para tomar delicadamente la pequeña cintura de la omega, está bajo lentamente sus manos hasta el pecho del alfa.

«Grrr...»

—Eso significa que no están en una relación— susurró el rubio.

—Parece que se llevan bien—.

El castaño solo siguió observando a la pareja, está parecía estar en su mundo. Se levantó de su asiento y tomó aire, camino hacia los dos tortolos y se abrió paso.

Maldita. Tras salir de la cafetería su lobo no paraba de dar vueltas, su aroma cambio a uno amargó, cosa que llamó la atención de los alfas que pasaban por ahí.
Leves gruñidos salían entre sus dientes, con el ceño fruncido y puños cerrados. Era un tierno Omega molesto ante la vista de los alfas y sobre todo para uno de orbes azules.

—Hola lindo— habló mientras le cerraba el paso al castaño.

—Largó—.

—Me llaman Musikato, pero me llamo Sebastián— tomó al más bajó de la cintura.

El omega le iba gruñir cuando de la nada el exquisito aroma a ron y limón hizo contacto con su nariz. Incapaz de reaccionar tomó cercanía y llenó sus fosas nasales con el exquisito aroma.

«...¿Alfa

Sintió como el aroma a menta y vodka hacía presencia.
Los dos castaños se giraron hacía el pelirrojo, el cuál desprendía un aura sombría.

Mierda.

Dulce aroma a Miel © SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora