XXX

436 20 64
                                    

Narra Melissa.

—¡Auxilio! Me muero, estoy sangrando demasiado.— Arturo se quejaba demasiado, exageradamente a decir verdad.

—Phoenix, ya déjalo.— Dijo Río.—Tenemos que llevarlo a otro lugar a que lo curen

Ya, ya, ya, por favor. No lo vamos a llevar a ningún lado, lamentablemente aún no se va a morir.— Respondí estirando mis brazos.

El gobernador se acercó a Arturito para revisarle la herida con toda la calma del mundo.

No se muere, aquí no hay arterias ni nada importante.

—Qué lástima, si fuera por mí; este tipo ya tendría la cabeza como colador.— Volteé a mirar a Estocolmo y a Río.— Vámonos, nos está esperando el profesor.

Estocolmo me miraba de una manera distinta, como si me tuviera miedo. Río no era la diferencia, ambos solo miraban al suelo mientras caminaban o cruzaban miradas entre sí.

¿Cómo ha sido que a los cuatro los aprisionó el inútil ese?— Pregunté para romper el silencio.

Le arrebató el G36 a Matías, la pistola de Manila se trabó y a nosotros dos nos tomó por sorpresa.— Respondió Estocolmo por lo bajo.

No tuve el valor de dispararle.— Añadió Río.

¿O sea que si no llego probablemente ese idiota habría hecho una carnicería?— Ambos asintieron con la cabeza y una sonrisa apareció en mi rostro.

¿Cuál es la gracia?— Preguntó Estocolmo

—Ninguna.— Respondí.— Solo me gusta saber que Arturo por fin me va a respetar y si no lo hace... ya saben lo que va a suceder.

Se miraron nuevamente entre sí y no volvieron a decir nada más en todo el camino.
Al llegar al baño del gobernador, estaba toda la banda allí parada, incluyendo a Nairobi en su silla se ruedas junto con Helsinki, Bogotá, mi Berlín, Palermo y nosotros tres.

¿Por qué habéis tardado tanto?— Berlín nos miró a los 3 buscando una respuesta.— ¿Qué han sido esos disparos?

Arturito estaba montando una rebelión.— Respondió Río.

¿Cómo lo habéis controlado a ese puto loco?

—Le he pegado un tiro en la pierna y lo tengo amenazado de muerte.— Mi respuesta la di con un tono tan sereno que todos se me quedaron viendo sin poder creerlo.— ¿por qué me miran así? Se lo merece.

—Phoenix, qué hiciste ¿qué?— Interrogó el profesor a través de la radio.

Lo que escuchó profesor, Arturo tenía a Matías, a Estocolmo, a Río y a Manila como sus rehenes y la única solución que encontré fue esa. ¿O querían que me quedara a observar como imbécil el espectáculo?

—No tenías que dispararle.

—¿Ah no? Violó a Amanda y me violó a mí hace años.— Andrés levantó su mirada fijándola en mí, nunca le había contado sobre eso así que le tomó demasiado por sorpresa.— Tenía arrodillados a estos cuatro e iba a hacer un desmadre con los demás rehenes ¿todavía querías que me quedara con los brazos cruzados? Pues claro que no lo iba a hacer. Es más, si fuera por mí, la cabeza de ese abusador ya estaría colgada en la entrada del banco.

Un silencio incómodo se apoderó de la sala, Berlín se acercó a mí posando su brazo derecho sobre mis hombros.

Gracias por evitar otra tragedia, Phoenix.— Dijo el profesor rompiendo con el silencio.

PHOENIX [Segunda parte de Pienso en tu mirá] [La Casa de Papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora