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Narra Melissa

Pasaron dos semanas después del encuentro con Palermo, nuestra "relación" cambió radicalmente y nos convertimos casi en desconocidos.

Trataba de acercarme a él para hacer las pases pero me evitaba completamente, me molestaba en cierta manera porque yo le había dicho que no sentía amor por él; solo era deseo. Él fue quien distorsionó las cosas.

Realmente lo extrañaba.

Pero nada comparado a lo mucho que me hace falta Berlín.

El tiempo que estuve con Berlín, fue corto a decir verdad; fueron 8 meses de puro amor y un romance de ensueño. Todo a escondidas pero nunca nos ocultamos nada entre él y yo.

Ahora ya casi se cumplen 3 meses desde que no lo veo, llevaríamos 11 meses de relación y quizá ya estaríamos casados. Lástima que el destino sea un completo hijo de puta.

Mi cumpleaños número 18 está a la vuelta de la esquina, según mis cálculos, pasaré mi cumpleaños ya estando dentro del atraco. Espero que en ese momento mi Andrés ya esté conmigo.

Todo estaba cambiando en mí, desde mi forma de ser hasta mi físico. A veces me daban muchísimas ganas de llorar y en otras era completamente fría. Mi apetito estaba cambiando, tenía muchísimos antojos de comida mexicana y mi ropa ya no me quedaba como antes.

Algo dentro de mi estaba mal pero no lo quería aceptar.

Ese día, estaba en mi habitación sentada en un escritorio que había allí dentro, leyendo la carta que me había dejado Berlín con todas las fotos de nosotros dos juntos.

Tenía bastantes cosas guardadas en una pequeña caja, únicamente cosas que Berlín me había obsequiado.

Tengo desde la primera flor que me regaló, hasta el ticket de la última pizza que pedimos cuando estuvimos juntos.

Mi amor por él era inmenso, era real. Lo que más deseaba en esta vida era ser feliz con él y tener una familia a su lado.

Mientras miraba cada una de las cosas de esa caja, completamente metida en mis pensamientos; una mano tocó mi hombro haciendo que mi cuerpo brincase del susto.

- ¡Ay, mierda!- Dije por impulso y miré hacia la mano que me tocaba.

- Perdona cariño, creí que ya habías visto que estaba aquí contigo.- Era Nairobi, mi confidente y la segunda persona en la que mas confío, después de Denver.

- Ah, no te preocupes.- Sonreí amablemente y ella hizo lo mismo, miró hacia el escritorio y su sonrisa se borró.

- Phoenix, creo que ver todo esto no te hace nada bien.- Dijo acariciando mi hombro, su rostro irradiaba pureza y sé que me lo decía con buena intención.

- Quizá tengas razón, pero no pienso discutir eso.- Tomé un lápiz labial y pinté mis labios mientras Nairobi me miraba a través del espejo.

- Phoenix, no vengo a hablar de eso.- Volteé a mirarla con el ceño fruncido.- Estoy preocupada por ti niña.

- ¿De mí? ¿Y eso por qué?-

- Sigues teniendo muchísimas náuseas, mareos, tu apetito ha cambiado e incluso has subido un poco de peso.- Puse mi mano en el pecho dramatizando y haciéndome la ofendida.

- Gracias por decirme que estoy gorda.-

- Gorda se la pones a Palermo.- Dijo Denver asomándose por la puerta y riendo.

- ¡Denver me cago en tu puta vida!- Entró en la habitación y se sentó en la cama que estaba a un lado de la mía.

- Tengo todo el derecho de estar aquí porque Phoenix y yo somos amigos.- Una gran sonrisa de oreja a oreja se formó en mi rostro, se sentía muy lindo saber que me consideraba como su amiga.

- Déjalo Nairobi, no hay problema.- La morena asintió con la cabeza y regresamos al tema.

- Volviendo al tema, ¿estás segura de que todo está bien? ¿ya te vino la regla?- Al hacerme la última pregunta, sentí como la sangre subía y bajaba por todo mi cuerpo. No me había llegado el periodo desde hace ya algunos meses.

- Phoenix ¿estás preñada?- Cuestionó Denver con una preocupación bastante notoria.

Me levanté de la cama y caminé por toda la habitación tratando de averiguar que responder.

- ¡No! ¡Claro que no! O bueno, no lo sé.- Rasqué mi cabeza y Denver se acercó a mí, me tomó de ambos brazos mirándome fijamente a los ojos.

- ¿Es de Palermo verdad?- Nairobi abrió sus ojos como si se le fuesen a salir, se acercó lentamente a mí y me miró fijamente.

- Nairobi, no le hagas caso.- Dije con la voz medio quebrada y Denver me soltó sabiendo que la había cagado.

- ¿Follaste con Palermo?- Negué rápidamente con la cabeza.- Melissa ¿follaste con Palermo?-

No sabía que responderle, miré a Denver buscando ayuda.

- No ha habido penetración.-

- ¡Vaya, que alivio!- Dijo en un tono sarcástico que nos hizo reír a Denver y a mí, rompiendo el momento de tensión.

- A ver, no me maten. Solo ha sido un fajecito y ya.- Hablé con toda la tranquilidad del mundo.

- No sé por qué, pero siento que esto tiene algo que ver con Denver.-

- ¿Pero qué mierda dices Nairobi? La calentura de está tía no tiene na' que ver conmigo.- Habló rápidamente y apuntándome con el dedo.

- A ver, que los he escuchado hablando el otro día. No soy tonta.- Denver y yo nos miramos preocupados, ambos dijimos al mismo tiempo:

- ¡Me cago en la puta!-

Los tres nos sentamos en la cama y traté de explicarles un poco la situación con Palermo, solo lo hice para dejar de lado el tema de mi supuesto embarazo.

Si hay algo que se me da bien, es evadir los temas que pueden resultar incómodos.

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Holaaaa! Hoy les traigo este capítulo porque estoy aburrida y me entretengo leyendo los comentarios de las únicas dos personitas que comentan 🤣🤣

Pues nada, es bastante cortito pero bueno, los amoooo 💖💖

PHOENIX [Segunda parte de Pienso en tu mirá] [La Casa de Papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora