XXV

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Narra Melissa

Tokio me llevaba por el brazo con un rostro de evidente molestia, o quizá enojo... con Tokio nunca se sabe que es lo que tiene. Caminaba rápidamente y yo trataba de seguirle el paso.

¡Ey, suéltame! ¿qué es lo que te pasa?— Quité su  mano de mi brazo bruscamente y ella entrecerró sus ojos manifestándome su evidente odio hacia mí.

Resultaste más delicada de lo que pareces eh, menuda mosquita muerta.

Rasqué mi cabeza tratando de entender por qué estaba tan enojada conmigo, o sea sí me odia pero nunca me imaginé que llegaría tan agresiva después de estar al borde de la muerte.

¿Pero tú que traes pinche loca? ¿Ahora que hice?— A mitad del pasillo, Tokio se detuvo sin más.

¿Follaste con Río?— No pude evitar soltar una risa.

¿Perdón?— Pregunté sin creer lo que me estaba diciendo.

Conmigo no tienes que fingir ni ser una mustia, ¿qué tienes con Río?

—Tokio, entre Río y yo no hay absolutamente nada, solo ha sido una buena compañía y ya está.— Levantó ambas cejas al escuchar mi respuesta, no tenía ni idea de qué era lo que pasaba por su cabeza en ese momento.

¿Una buena compañía? Vosotros no tenéis absolutamente nada en común ¿qué tema de conversación podría tener una... mujer como tú con él?— Suspiré moviendo mi cabeza hacia los lados antes de dar una respuesta.

Tenemos casi la misma edad, claro que si hay bastantes en común. Pero no te preocupes, que si yo quisiera algo con él, tú serías la primera en saberlo.— Dije con una sonrisa en mi rostro, dando un par de golpecitos en la mejilla de Tokio.

No te atreverías.— Dijo Tokio tomándome por la muñeca.

No me retes, querida. Y suéltame, me estás lastimando el brazo.— Retiré su mano lentamente aún con una sonrisa de cinismo en mi rostro y caminé hacia el ala donde se encontraba Nairobi.

Al entrar, la vi allí, recostada y mirándome de arriba hacia abajo.

Por fin vienes a verme niña.— Dijo sonriendo con debilidad.— Que Gandía estuvo a punto de matarme y tú ni enterada.

—¿Cómo? Tokio no me dijo nada.— Nairobi me miró extrañada.— Pero ¿cómo estás?— Pregunté sonriéndole mientras acariciaba su cabello.

No me quejo, la verdad. Paquita es la ostia como enfermera.— La anciana solo sonrió sin decir nada.

¿Cómo vas con Bogotá? Que estoy enterada eh, muy lindo el detalle de la silla.— Dije tratando de animarla.

Es muy buen tío, que juraba que no lo tocaba ni con un palo pero ahora... ya lo estoy pensando.— Levanté mi ceja izquierda con una gran sonrisa en mi rostro. Lo que más se merece Nairobi en el mundo, es amor.

Me alegra, Bogotá es buen tipo. Me salvó de Gandía hace un par de minutos de hecho.

—¿Pero qué dices?

—Oh, no es nada. Solo me quería colgar del balcón de la biblioteca.— Ella negó con la cabeza.— Pero no te preocupes, a mí lo único que me interesa es que tú te mejores ¿sabes?

Nairobi me sonrió, de esa forma tan tierna que la caracteriza; transmitiéndome seguridad y ternura.

¿Cómo va todo?— Me preguntó.

PHOENIX [Segunda parte de Pienso en tu mirá] [La Casa de Papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora