La emperatriz simboliza la energía sexual y creativa, la abundancia y la prosperidad, la posibilidad de gestar y crear realidad con belleza y elegancia. El divino femenino en su máxima expresión. Seducción y gracia, impulso, salir al mundo con belleza y conquistarlo.
2 días después...
Los párpados de Argos pesaban tanto cuando los fríos paños mojados y perfumados con aroma a rosas cubrían su cuerpo. Lentamente sus ojos se abrieron para encontrar una habitación que carecía de ventanas y poseía un color níveo en sus paredes.
― Al fin despierta, su alteza.
La voz a su lado, removiendo los pedazos de tela, hizo que su ceño se frunciera.
― ¿Quién eres tú?
― Me llaman Selima, el amo Craso me dejó a cargo de sus cuidados.
― Tengo hambre...
La mujer se movió a la mesa de madera que estaba a metros de ellos, en donde había queso, leche y pan. Untó una de las rebanadas y vertió la infusión en una de las tazas.
― ¿Dónde está Craso?
Argos se sentó en la cama y, de inmediato, se cubrió con la sábana de algodón. Estaba desnudo.
― Ha venido varias veces en estos dos días a preguntar por usted.
― ¿He estado inconsciente dos días?
― Me temo que sí.
La mujer le acercó el espejo que estaba en la mesa de noche antigua. Dos grandes magullones, uno sobre el pómulo, cerca de la sien y otro en la mandíbula.
― Los hombres que lo golpearon fueron castigados.
Aclaró de inmediato la mujer.
― Gracias, pero, de todos modos, sigo siendo un prisionero.
― No lo es — aclaró —. No lleva esposas, su piel huele bien y tiene una cama cómoda. Ser uno de los amantes del amo Craso tiene sus ventajas.
― ¿Amante?
Argos frunció el ceño.
― Yo no soy su amante ni si juguete. Mi labor será enseñarle a ascender, eso es todo.
Selima le dio una sonrisa tímida.
― No trae amantes masculinos, sólo recuerdo uno desde que les sirvo a ellos. Si lo eligió a usted es porque lo considera muy especial.
― Puedes tutearme, Selima, dejé de ser un príncipe en el instante en que me secuestraron — aclaró —. Sin embargo, Craso no me interesa como...
― Es un hombre que no guarda sus pasiones — explicó la mujer —. Es puro impulso sexual.
Una pequeña punzada se instaló en la pelvis de Argos.
― Ha activado mi centro rojo.
― ¿Disculpe?
― Nada — respondió, nervioso —. Ha sucedido algo que no ocurre con frecuencia.
― Entiendo...
La mujer bajó la mirada, y movió la sábana para quitar los paños.
― Está bien, puedo hacerlo yo.
― Puede bañarse si lo desea, su cuerpo se impregnará más de aroma a rosas.
― Ya no hay rosas en el mundo.
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Argos - Dioses y bestias (Romance gay +18)
RomanceUn mundo partido en dos. La humanidad debatiéndose entre el bien y el mal. Evolucionados y bestias. Dioses y mortales. Seres imposibles de alcanzar y hombres cuya sed de venganza y violencia es indestructible. Argos quiere cambiar eso, desde siempr...