Epílogo 2

1.5K 203 118
                                    

― Flavio y Darius estaban felices ¿no te parece?

Craso asintió, acostado en el lecho, observando a su flamante esposo sacarse la toga y la corona, desvistiéndose para él.

― Sí — respondió con impaciencia —. Hemos dado un gran paso con esto.

― Debemos comenzar a coexistir en las ciudades, sólo así las personas podrán alcanzar los nuevos dones...

Craso se puso de costado, afirmando su codo en la cama y acariciando el lugar que ocuparía Argos. La última prenda cayó y el rey estaba completamente desnudo. Craso golpeó el colchón.

― Ven aquí...

― Has bebido demasiado, ¿seguro estás bien?

― Bueno, veo 2 Argos, lo cual es fantástico, haré un trío muy caliente con ambos...

Argos lanzó una risa floja. Craso nunca dejaba de sorprenderlo. Se acercó a la cama y Craso lo sujetó del brazo y lo arrojó sobre su cuerpo, literalmente.

― Craso...

― No sé cómo mierda me aguanté en la fiesta. Hubo un momento en que iba a doblarte sobre la mesa y te iba a follar frente a todo el mundo.

― Eres una bestia.

― Sí, lo soy...

Y entre risas, unieron sus labios, abrazándose, Argos abrió las piernas y se colocó a horcajadas sobre su esposo.

― Quiero verte montarme...

Argos asintió, estirando su mano hacia la mesa de noche, buscando el aceite de almendras.

― Déjame ayudarte.

Craso introdujo los dedos lentamente, Argos cerró los ojos y se sentó sobre ellos, comenzando a moverse sobre ellos. La forma en que su culo bajaba y subía, sin duda, Craso era un gran maestro cuando de sexo se trataba ¿Quién se imaginaría que era el hombre virgen que llegó a sus brazos unos meses antes?

Craso quitó los dedos y Argos sujetó el enorme pene, colocando la punta en su entrada, bajando sobre él.

― Eso es...

Craso se relajó, dejando a Argos tomar el control. Moverse a su antojo, cabalgarlo lento y rápido. Se irguió en la cama, y lo llevó hacia él, capturando sus labios, besando su cuello y su pecho.

Lo giró en el colchón sin salir de él, la cabeza de Argos dando con la almohada mientras las caderas de Craso se empujaban en su interior sacándole sonoros gemidos.

Las ventanas abiertas por el calor de la noche, nadie en el reino sería ignorante a la gran noche de bodas del rey Argos.

Craso acalló los gemidos con un beso profundo, moviéndose con ferocidad, logrando que el semen de Argos salpicara su abdomen al cabo de unos minutos y el de él llenara la cavidad que lo conocía muy bien.

Argos sonrió, con placer y lujuria, sus ojos cerrados cuando Craso lo llenaba de besos después del orgasmo.

― Quiero este trato todas las noches.

― Te lo prometo, amor. Siempre será así...

Enredó las piernas una vez en su marido y Craso entendió.

― Te has vuelto insaciable.

Argos rozó su nariz con la del hombre.

― No, sólo has sacado la bestia en mí...

Argos - Dioses y bestias (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora