L'étoile

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La estrella simboliza el encuentro de mi verdadera esencia, mi lugar en el mundo, el placer de ser quien soy. Yo, en mi absoluta plenitud. Pongo rodilla en tierra y vuelco mis aguas espirituales allí...



― Sé cuánto daño nos han hecho, también soy consciente del dolor que nosotros les hemos provocado...

Dijo con voz firme Argos ante el Concejo que se había convocado después de su llegada junto a Selima y Flavio.

― ¡Es un asesino!

Exclamó uno de los miembros de la institución, y Argos tragó saliva. Flavio, en cualquier momento, reaccionaría.

― ¡Ya basta!

Exclamó Darius, poniéndose de pie en el anfiteatro.

― Todos necesitamos llegar a la paz. Se han perdido muchas vidas en esta lucha — comentó —. Nuestro príncipe perdió a su familia, yo perdí a mis padres. No hay nadie en este lugar que no haya vivido el dolor de una muerte cercana...

Darius temblaba, nunca había sido demasiado elocuente, pero, era consciente de que Argos necesitaba todo su apoyo.

― Yo estoy a favor de mi rey.

― Del príncipe, querrás decir.

Esbozó uno de los hombres más ancianos de la asamblea.

― Es nuestro rey — afirmó sin miedo y Argos le sonrió.

― Gracias, Darius...

El muchacho asintió, y nuevamente volvió a su lugar.

― Ustedes saben lo importante que era el rey Praius para mí — prosiguió —. No sólo era mi padre, sino mi amigo... un gran maestro...

Su voz, poco a poco, se iba apagando.

― Pero, hoy no les hablo ni como el hijo de Praius ni como su príncipe. Sino como un ciudadano de Zama. Esta tierra en la que vivimos fue testigo de enormes masacres a lo largo de la historia. No por nada su nombre. Cártago, estuvo asentada aquí. Fue sitiada, incendiada, su población masacrada, los sobrevivientes vendidos y los romanos, como si no quedara más ofensa, sembraron sal en los campos, para que nada recordara al imperio.

Todos se encontraban en silencio, escuchando a Argos.

― Trajimos vida a este lugar, la hicimos renacer, le dimos nombre y dignidad a lo largo de los siglos. Nuestra gente evolucionó, logrando dones que nadie más en la Tierra posee. Esto es Zama.

Su voz se entrecortaba, pensando en lo que ya no estaban, en el dolor que sentía y había azotado ese pedazo de tierra. Y su querido Craso vino a la mente.

― Yo... amo al príncipe Craso de Nínive.

Hombres y mujeres se observaron entre sí. Algunos se cubrían la boca, llenos de espanto y sorpresa.

― No me pregunten cómo ocurrió, pero, lo hizo, y fue su amor quien activó el resto de mis dones...

― Eso no es posible...

― Lo es — le respondió a una de las mujeres —. Si llegué aquí es porque pude teletransportarme...

― ¿Y qué haremos si ellos aprenden nuestras habilidades?

Argos - Dioses y bestias (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora