L'empereur

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Máxima estabilidad en la materia, orden en la realidad, el emperador viene a mostrarnos la importancia del equilibrio, nada pasa sin nuestro consentimiento. Mientras la emperatriz crea en abundancia, el emperador ordena mi capacidad de acción en este plano.


Argos había vivido en una realidad que jamás regresaría.

"El equilibrio perfecto".

Un hogar, una familia amorosa, una claridad de lo bueno y lo malo y las acciones a tomar en cada circunstancia. Se observó en el espejo, escuchando el agua que caía sobre el cántaro y llegaba a él gracias a un sistema de pequeñas fuentes interconectadas.

Agua pura y cristalina, el privilegio de pocos seres humanos.

"Pareces lo que antiguamente llamaban semáforos, sí, eso pareces".

Craso se había burlado y reído cuando el color rojo y naranja se concentraban en la parte baja y en la parte media de Argos, brillando al máximo, como si tuviera luces fosforescentes en su interior. Era un espectáculo hermoso, la luminiscencia era hermosa.

Argos acarició sus brazos y su pecho bañados en sudor, como cada parte de su cuerpo. Tocó su vientre hirviendo y un poco más abajo, el semen todavía estaba impregnado en su piel, del mismo modo que el aroma masculino de Craso.

"Puro instinto, pura energía sexual, escaso control de la realidad".

Argos nunca había brillado como lo hacía, sus centros ardían, quemaban literalmente.

"Craso".

Susurró su nombre y dio un paso hacia adelante haciendo un gesto de dolor, sin quitar la vista en el espejo.

El escaso dominio de su cuerpo, la vulnerabilidad absoluta ante un ser poderoso que se había apropiado de su ser en todas las formas posibles.

La sensación del semen caliente, el enorme falo en su interior buscando su punto de excitación, los jadeos en su oído, y luego, estaban los besos. Tan posesivos y demandantes, al punto de la asfixia.

"Quiero más de él".

No iba a mentirse a si mismo. Nunca lo había hecho y no empezaría ahora. Argos, en su búsqueda de lograr dominio y seducción había terminado enganchado totalmente a Craso de Nínive. A su rudeza, y al mismo tiempo, a la delicadeza que a veces mostraba.

"Puedes irte a dar un baño. Hemos terminado".

Esa frase le había mostrado que Craso había sido subestimado.

El futuro rey de Nínive no era una bestia lisa y llana, sino todo lo contrario. Tenía un manejo y una ausencia de emociones que Argos nunca alcanzaría. Y era perfectamente lógico. El ser humano galáctico, como el caso de Argos había sido creado para sentir, para conectar con la fuente divina, para que sus altas vibraciones dieran vida al planeta.

Los evolucionados poseían 9 centros de poder, o chakras, como lo habían llamado los hindúes en la antigüedad.

Los primeros humanos sólo poseían 7 chakras los cuales se activaban a mayor vibración y como si se tratara de pequeñas hélices, una a una se encendían, activando las superiores.

Los evolucionados que vinieron después, poseían sus centros de poder listos para activarse, en completo control de ellos y, es aquí donde estaba el problema. Argos había sido incapaz de frenar a sus emociones, de parar su instinto al momento en que Craso lo besó y lo hizo suyo.

"Ordenar la realidad".

Como creador, cada humano ordenaba su propia realidad, control de los elementos que Gaia le había dado (intelecto, físico, pensamiento y emociones) para continuar su evolución y aprendizaje.

Argos - Dioses y bestias (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora