El carro nos invita a tomar acción en el mundo, ir hacia adelante, con nuestra esencia, sin miedo. Pase lo que pase, moverse del lugar donde me encuentro. Ya pasó el momento de la reflexión, es hora de actuar con mi amor condicional por delante, aunque me equivoque...
Darius de Zama caminó por el largo pasillo entre penumbras, observando hacia todos los puntos, buscando el peligro.
"Pierdes el tiempo, las bestias jamás liberarán a nuestro primo".
Le había advertido Dahlia, su hermana, frente a la desgracia que le había caído a su familia después de la muerte de Praius. Sin embargo, era Argos quien estaba en manos de Eusebio y el bastardo de su hijo. Un buen hombre, un príncipe maravilloso, amado por cada persona de Zama.
"Negociar hasta llegar a lo que desean".
No era un plan brillante como se podía esperar de un evolucionado, simplemente porque estaban presos de la desesperación. Iban a matar a Argos, ese era el final que esperaba el heredero al trono. Era imposible que Eusebio le perdonara la vida.
Se le erizó la piel de sólo pensar los sufrimientos que seguro estaba pasando, las torturas, las vejaciones, a esos malditos cerdos golpeándolo y humillándolo.
Fue esa imagen la que lo llevó a comunicarse con él, a decirle telepáticamente que resistiera y que todo estaría bien.
"El máximo don de los evolucionados".
Las pobres bestias estaban tan equivocadas, el mayor tesoro de un evolucionado no era la telepatía, ni la intuición, ni los 20 sentidos despiertos, sino la capacidad de proyectar amor incondicional. Así como el sol da sus rayos a todos los seres humanos, el evolucionado estaba hecho para amar sin medida, más allá de la condición de cada ser humano.
Sin embargo, las bestias ponían al límite esa capacidad ¿cómo amar a aquellos que me dañan de una forma sin sentido, deliberada y cruel?
Darius nunca había sido como su primo, de hecho, se parecía mucho a las bestias en su aspecto físico. Fuerte y aguerrido, con rasgos masculinos marcados, muy diferente al look andrógino de Argos o de la mayoría de los evolucionados con sus cabellos platinados y sus ojos azules. No, Darius era moreno, ojos negros intensos y poderosos.
Se había negado a dejar el escudo y la espada en la entrada. Perdiendo sus armas quedaba a merced del enemigo por completo. Al menos, con las armas, podría luchar y llevarse a algunos de esos infelices con él cuando pasara al otro plano y volviera a su envase original.
La opulencia y le lujo del palacio en algunos lugares contrastaba con la gran miseria del pueblo. Fuentes similares a cascadas cayendo en una gran piscina interior al estilo romano, hermosas mujeres bañándose desnudas, algunos hombres jóvenes también. Una especie de harén para Eusebio.
Le echó un vistazo a las caras de cada uno, pero, no encontró a su primo allí. El camino se hacía largo, como si estuviera yendo de una ciudad a otra.
Finalmente llegó a una enorme puerta de oro y bronce, con el símbolo de la trinqueta en la puerta.
"Vida, muerte, vida".
¿Estos imbéciles siquiera sabrían lo que significaba?
Los dos guardias que lo acompañaban abrieron la puerta quedando de frente con una gran mesa redonda, y dos hombres enormes parados al lado de ella.
Uno era Eusebio y el otro, lo había visto varias veces, sin embargo, desconocía su nombre. Se detuvo un segundo y fue cuando una decena de guardias que custodiaban a Eusebio se acercaron, intentando quitarle su espada.
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Argos - Dioses y bestias (Romance gay +18)
RomanceUn mundo partido en dos. La humanidad debatiéndose entre el bien y el mal. Evolucionados y bestias. Dioses y mortales. Seres imposibles de alcanzar y hombres cuya sed de venganza y violencia es indestructible. Argos quiere cambiar eso, desde siempr...