Le pendu

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El péndulo o el colgado, como se lo conoce popularmente, implica no elección, gestar las próximas acciones a partir de una elección asertiva. No elijo hasta estar preparado para hacerlo.


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Craso se ató el cabello, los rizos negros que todo el tiempo estaba fuera de control y se colocó la toga oscura.

"Estás loco, eso es una provocación".

Flavio le había advertido que no lo hiciera, era una falta de respeto a Valerio y a su casa el día en que anunciaba la unión de Nínive y Essenia. Sin embargo, Craso no iba a ir en contra de su esencia.

Salió de la recámara y caminó hacia la gran sala en donde lo esperaba Valerio y su hija Raquel, su futura esposa.

Lucía tan hermoso, sus ojos verdes parecían más profundos, las antorchas en cada lugar iluminando los ambientes y los vientos nuevamente levantándose, haciendo flamear las llamas.

Pensó en el sitio en donde quería estar, en esa maravillosa persona que ocupa su mente día y noche, de manera incansable.

"Pronto estaremos juntos".

Nada lo detendría, Craso había decidido y no había sido fácil. Sin embargo, sus caricias y besos lo habían llevado a entender que Argos de Zama era su destino y sólo lo quebrarían con su muerte.

― ¡El príncipe Craso de Nínive!

El guardia anunció la llegada del novio y todos se pusieron de pie. Eusebio le dio una mirada asesina al ver su vestimenta. Craso sonrió, haciendo una reverencia al rey Valerio y a su hija.

Tomó asiento al lado de su padre con una gran sonrisa en su rostro.

― ¿Disfrutas llevarme la contraria?

― No entiendo...

Murmuro sin quitar la vista de los invitados que chismoseaban acerca de él.

― ¿De negro? ¿Estás de luto acaso?

"Pronto lo estaré".

Fue el pensamiento que se instaló en la cabeza de Craso. Estaba dispuesto a todo por Argos y si tenía que destruir el mundo, lo haría, sin pestañear.

La música sonaba en el salón, bailarines deleitaban con su sensualidad a los presentes. Essenia era conocido por la gran belleza de sus hombres y mujeres.

Flavio estaba perdido con los movimientos cargados de pasión que invitaban a todos a entregarse al ritmo vertiginoso y al alcohol.

― Atento, Flavio.

― Sí que sabes arruinar la diversión ¿verdad?

Craso le dio un guiño de ojos y le golpeó la espalda.

Argos - Dioses y bestias (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora