Le Diable

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El diablo simboliza el miedo, eso a lo cual no queremos mirar, eso que está escondido. La única forma de vencerlo es enfrentarlo, por más doloroso que sea. De lo contrario, nos perseguirá. Al miedo se lo mira de frente y luego, se avanza.



― Nunca me agradó esta posición.

Darius rio, escondido en el cuello de Flavio quien acariciaba su espalda.

― ¿Cómo carajo llegamos a tu recámara?

El príncipe se encogió de hombros.

― Magia supongo.

Flavio lanzó una risa floja y sujeto el atractivo rostro de Darius.

― Eres muy hermoso.

― Apuesto, querrás decir...

― No — negó y sus dedos se movieron por las mejillas —. Eres hermoso.

Darius tragó saliva y enredó sus brazos en el cuello del impresionante hombre que todavía estaba en su interior. Volvieron a unir sus labios con más hambre y ardor.

Dios, el fuego que surgía del cuerpo de Darius era indescriptible.

― Me estás incinerando.

― No veo que te apartes demasiado.

Flavio le mordió el labio inferior y sus brazos se ciñeron a la estrecha cintura, trayéndolo más cerca de él. Darius dio un quejido.

― ¿Te duele?

― Un poco. Creo que deberías salir.

Flavio chasqueó la lengua y Darius le acarició la mejilla.

― Vamos. Puedes entrar de nuevo después. Cuando me haya recuperado.

El general bajó su mano y sujetó el pene, deslizándolo fuera del cuerpo del príncipe. Darius intentó moverse y el hombre lo sostuvo de la cintura.

― ¿Qué pasa? Dijiste que esta posición no te gustaba.

― Exacto... Pero, fue antes de probarla contigo...

Darius rio y volvió a besarlo. Sus labios anhelando los de su amante pese a todos los besos magníficos que habían compartido las últimas 3 horas.

Flavio estaba sentado en la cama y Darius montado sobre él. Sus torsos unidos, un vaivén profundo los había acompañado por horas.

― Debo darme un baño e iremos a ver a Argos.

Flavio asintió. Y Craso volvió a su mente.

― Mientras yo he estado gozando, él...

― Está bien — interrumpió —. De todos modos, necesitamos de Argos y él aún no se recupera. Aunque, sin duda, tu deberías estar descansando...

Flavio se encogió de hombros.

― Nada me llena de más energía que el sexo.

― Vaya. Esa es una gran declaración. General.

― Tengo muchas cosas grandes...

Darius sonrió y esta vez logró zafarse de su agarre.

― Iré a refrescarme.

Se levantó de la cama y sus piernas temblaron.

― ¿Estás bien?

― Las he tenido abiertas al máximo. Las caderas me duelen...

Argos - Dioses y bestias (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora