Sin rumbo, sin un plan previamente pensado, sin saber qué se hará. Han llegado los tres creepypastas a tierras Canadienses, su destino para año nuevo. Aparentemente no hay quién los guíe, Slenderman no es el líder de la misión, tampoco lo es Jane y mucho menos André; por el simple hecho de que no hay un misión en concreto. No obstante, los tres esperan con ansias las direcciones del otro, lo que no saben, es que nadie se atreverá a abrir su boca para brindar direcciones a sus compañeros de viaje. Nadie tiene una idea, ni un plan. Sin embargo, han llego muy lejos como para retroceder. De hecho, retroceder es una excelente idea y es algo en lo que los tres seguramente concuerdan, sin embargo no lo van a hacer.
Jane hizo una mueca como si fuera a hablar y sus dos compañeros se emocionaron al ver tal iniciativa.
No, no planeo proponer nada, ni se emocionen. Dijo ella deteniéndolos y matando sus ilusiones. Simplemente iba a preguntar ¿qué demonios hacemos ahora?
Slenderman y Andrés se frenaron de una y han hecho una mueca de desaliento. El primero en hablar fue Slenderman.
Ni siquiera recuerdo dónde es que vive Valentina. Mucho menos sé cómo es que podríamos entrar a la casa y buscar pistas o hablar con sus padres. Les recuerdo que muy humanos, no somos y mucho menos nos vemos como tal.
Concuerdo, pero ahorita. Andrés incluso se sorprendió por el plan que se ha creado en ese momento. Ahorita, debemos de salir del aeropuerto. Comenzó a buscar un Uber. Después de eso, debemos ir a alguna tienda de ropa o algo parecido, y así poder hacernos pasar como gente normal. Pidió el Uber. Luego, vamos a casa de Valentina, les recuerdo que ella es mi hermana y medio recuerdo por donde vivimos. Solamente yo me voy a bajar a hablar con mis padres, veré que información consigo. Mientras tanto ustedes entran a su habitación a buscar pistas.
Jane y Slenderman se asombraron de la idea de Andrés, de hecho, era muy sencilla pero funcional, incluso un niño pudo haberlo pensado.
Después de unos cinco minutos, el Uber ha llegado hacia ellos, el tipo del era el típico estereotipo de hombre Canadiense, cabello entre rojizo y café, ojos azules, tez blanca y carismático, de hecho, era guapo, un muy buen partido. Los tres colocan sus pocas maletas en el baúl y se suben en la parte trasera del auto.
La típica conversación de "Y andan visitanto estos rumbos, ¿es su primera vez?" con las típicas curiosidades de "¿Y cómo los ha tratado Canadá?, les gusta su gente, ¿verdad?" con las típicas respuestas de "Jaja, sí" "Jaja, no, super bien". Inundaba el carro grisáceo en donde los cuatro iban, rumbo a un centro comercial un tanto lejos del aeropuerto. Se podría decir incluso que la conversación fue de lo más incómoda posible, al toparse con preguntas de "¿Y qué tienen planeado hacer en Canadá?" claramente no podían responder de ninguna manera posible, por lo tanto una red de inventos fueron la respuesta a tan incomodas preguntas.
Después de más o menos media hora, han llegado los tres al centro comercial, han sacado sus maletas, pagado y despedido del tal "James". Las tres cabezas han comenzado a pensar y pensar, ¿cómo vestirse como un humano común y corriente? ¿dónde ir a comprar? ¿qué comprar? y finalmente se decidieron por Pull and Bear.
Sería un total de $350.00, ¿efectivo o tarjeta? Dijo el joven de la caja, mientras en enbolsaba todo lo que los tres habían comprado en un lapso de 2 horas.
Tarjeta. Dijo Slenderman, quién ha entregado su tarjeta de inmediato.
Gracias, aquí tiene.
Los tres se dirigieron hacia los baños del centro comercial y se comenzaron "disfrazar". Al cabo de media hora, los tres han salido y la sorpresa es que, a decir verdad, si parecen más humanos. ¿Quién lo diría?
Andrés ha vuelto a pedir otro Uber, es el único que sabe cómo funciona la tecnología actual. El tipo ha llegado en unos sietes minutos. Los tres, un poco incómodos por la cantidad de maletas y bolsas, las colocan en el baúl y vuelven a subirse en la parte trasera.
Bueno, según mis recuerdos, si es aquí. Dice Andrés, quién paga el Uber y ayuda a bajar todo lo del auto.
¿Y ahora qué? Pregunta Jane, quién está casi escondiéndose detrás de un árbol.
Jane, tu y yo, vamos a la habitación de Valentina. Ya. Dice Slenderman quién la toma de la mano y comienzan a idear planes para poder irrumpir en su habitación.
Andrés sin pensarlo dos veces, toca el timbre de su antigua casa. Una señora un tanto anciana, le abre la puerta.
Joven Andrés, ¡Qué gusto tenerlo denuevo por aquí! ¿Busca a sus padres? Le dice Amelia, quien es la antigua tutora y ama de casa de Valentina y Andrés. Ella lo conoce desde que ambos nacieron. Inluso sabe que Andrés es hijo solo de su padre y no de su actual madre. Fue la primera en saberlo y se podría decir que la última.
Hola Amelia, tanto tiempo. Sí, fíjate que si ando buscándolos. ¿Están por aquí? Dice Andrés mientras le brinda un cálido abrazo y entra a la casa, no ha cambiado casi nada.
Ay Joven, ellos no se encuentran, pero puede esperarlos aquí, ya te traigo unos bocadillos, tus galletas favoritas y café con leche ¿está bien?
Está bien Amelia, muchas gracias. Que gusto que me reciban así. Voy contigo a la cocina, te ayudaré. Andrés ha llegado a la cocina y ha comenzado a hacer el café para ambos, cuando se le ocurrió una gran idea. De hecho, creo que tu puedes ayudarme Amelia.
Ah, ¿sí?. Dígame joven, ¿para que soy buena? Dijo ella, mientras sacaba las galletas y las colocaba en un plato de navidad.
¿Y tú, has visto a Valentina? es decir ¿Sabes de ella, que ha pasado? Preguntó Andrés mientras daba un sorbo de café.
Ay joven, siéntese, esto llevará tiempo. Dijo ella mientras ha dado un mordisco a la galleta.
En ese instante, se escuchó un estruendóso sonido proveniente de las escaleras, habían sido Slenderman y Jane.
Maldito Slenderman, actúa ¿No ves como están las cosas? preguntó Jane a Slenderman, quién había accidentalmente botado las maletas y su ropa se había regado por todas las gradas.
Esto no puede estar pasando pensó Andrés.
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¿Por qué a mi?
RandomAmigos, familia, dinero, amor, son las cosas más difíciles de conseguir y las más fáciles de perder. Valentina creía que lo tenía todo, hasta que se dio cuenta que lo puede perder todo en milésimas de segundo.