Arranque liberal

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Poco después que saludar a mis padres, Vanessa y a Alejandro, realmente quería subirme a mi camioneta y largarme lo más rápido posible. Seguramente en el camino me dirigiría al Drive Thru de Starbucks por mi té matcha, como siempre, luego llegaría a la universidad y todo volvería a ser relativamente normal y estable. 

Recibiría clases en la mañana y en la tarde, tomaría un snack durante mi break de las 9 AM,  tendría mi almuerzo con Jeff o probablemente le hubiese cancelado y hubiese almorzado sola, tomaría mi segundo snack a eso de las 3 PM y luego me dirgiría al trabajo para estar en el bistro toda la tarde-noche y luego me hubiese dirgido al gimnasio antes de regresar a casa. Sin embargo, no hice absolutamente nada de eso. 

Estoy sentada enfrente de mis padres, con mis mejores amigos, los cuales ya no considero mis mejores amigos, viéndolos reírse y hablar de sus vida mientras de vez en cuando me hacen preguntas las cuales no he contestado absolutamente ninguna, simplemente para no crear conversación, lo que menos quiero es hablar de mí. 

Ellos decidieron tomar un brunch en un restaurante el cuál sinceramente amo, sin embargo, amo venir sola o con amigos no con mis padres y ex mejores amigos. No pedí absolutamente nada de comer, mi apetito está por lo suelos. Simplemente estoy aquí viendo el reloj, dándome cuenta que son las 11 AM y no he hecho absolutamente nada productivo ni que me haya gustado mas que dar pequeños sorbos al café amargo que he ordenado. 

Tomo mi celular para contarle a Jeff todo lo que ha pasado, pero recuerdo que el está en una entrevista de trabajo y prefiero no molestar. Por lo que mejor decido levantarme del asiento e ir al baño. Al principio planeaba simplemente enjuagarme el rostro, retocar un poco el labial y luego regresar a la mesa para seguir fingiendo que me es grata su visita. Pero inmediatamente yo entré al baño, una lágrima recorrió mi rostro, luego otra y otra más. 

No pude contenerme y comencé a llorar silenciosamente dentro de un cubículo, no sabía cómo relajarme y mucho menos sabía la razón por la cuál estaba ta sensible, por lo que dejé que mi cuerpo y alma se desahogaran. Al cabo de 20 minutos dejé de llorar y rápidamente me dirigí a lavar mi rostro y a colocarme maquillaje para que no se dieran cuenta que estuve llorando. Al finalizar todo, me inundaron unos deseos de decirles toda la verdad a los cuatro y dejar de fingir que quería pasar tiempo con ellos. 

Salí del baño y me dirigí a la mesa y con todas las fuerzas que pude tomé una copa, con un tenedor la golpeé levemente y comencé a dar mi discurso. "Realmente no voy a fingir más, no me es grata su visita, y no es tanto por el hecho de que no los quiera ver o algo por estilo, es mas bien por que realmente creo que estoy en un proceso de sanación el cuál ya estaba dando frutos y sinceramente su presencia no me está ayudando en absolutamente nada." 

La reacción de todos fue icónica, sin embargo prosegí. "Siento que la visita de personas que realmente se preocupan por mi solamente cuando quieren o cuando les conviene, no me es de ayuda, al contrario. Agradezco que se hayan dado la tarea de comprar boletos y dejarse venir aquí sin antes consultarme, lo cuál fue totalmente estúpido. Quiero que entiendan que yo tengo una vida acá la cuál intento llevar y no voy a permitir que ustedes me quiten la paz" 

No sabía si seguir hablando o simplemente callare irme, pero tenía que actuar. "Lo siento, siento mucho si pensaban que me iba a alegrar, probablemente me hubiese alegrado si hubiésemos hablado del tema, pero claro que no hablamos, no estamos al pendiente del otro, simplemente me dan una mesada, la cual no me ayuda en nada. Y ustedes, Vanessa y Alejandro, lo siento mucho pero no creo que seamos realmente amigos, ustedes me dejaron sola cuando más los necesité. De verdad agradezco esta estúpida acción suya pero  yo tengo cosas que hacer, me retiro." Dije, tomé mi bolso y salí del restaurante. 

Una vez fuera del restaurante, salí corriendo hacia mi camioneta y entré con una rapidez increíble. Encendí el auto y me quedé un momento reflexionando, llorando y golpeándo mi cabeza contra el timón. Sentí que había actuado de la mejor y la peor manera posible, pero no sabía como reaccionar al respecto. 

Tomé mi celular para llamarle a Jeff, poco me importó si el estaba en medio de la reunión. Le conté todo lo que había pasado y me él me había asegurado que no tardaba ni 10 minutos en llegar a donde yo estaba. Me quedé esperando dentro del auto mientras intentaba relajarme, pero una inesperada llamada cayó a mi celular. Al principio creí que era Jeff, pero el nombre de mi hermano Andrés fue el que apareció en pantalla. 



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