Cap. 2 RECONCILIACIÓN

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Una vez dentro de la suite, Morgan se acercó a Alina y le dijo.

—Señorita Alina, la señorita Cristi está aquí, la espera en la sala. Desea hablar con usted.

—¿Habla de Cristi Thomson? —preguntó Lucas sorprendido.

—Sí. Podría decirse que no quedamos en buenos términos la última vez que nos vimos —contestó Alina—. Hablaré con ella, tú espérame.

—Está bien, no hay problema —dijo Lucas.

Alina fue directo a la sala donde Cristi la esperaba sentada en el sofá. Ella se acercó con lentitud de forma seria y con la mirada fija en sus ojos, se sentó frente a Cristi y ambas permanecieron calladas por varios segundos. Luego Alina habló.

—Morgan dijo que querías hablar conmigo. Te escucho.

—Al, yo... Sólo quería preguntarte algo —dijo Cristi con la vos temblorosa.

—¿Y qué es? —preguntó Alina cortante.

—Es sobre ese día, la última vez que hablamos, después de que me fui. Hace poco me enteré que te habías caído desde la azotea del edificio ese día.

—Así es. ¿Y qué con eso?

—¿Qué hacías allá arriba? ¿En verdad pensabas suicidarte? ¿Fue por lo que te dije? Cuando me enteré, me di cuenta del error que había cometido. Haberte atacado de esa manera estuvo muy mal, sinceramente no sé qué me pasó, estaba destrozada. Cuando supe que Mateo estaba muerto, mi mundo se derrumbó.

—Lo amabas ¿No es así? —dijo Alina con compasión.

—Estaba segura que si esperaba lo suficiente, él terminaría fijándose en mí, pero sólo tenía ojos para ti. No te imaginas el dolor que Mateo sentía por no saber que te había ocurrido. Ya no soportaba ver su cara de afligido, lo que más quería era verlo feliz, es por eso que te llevé con él apenas te encontré, para que su sufrimiento terminara. Pero jamás creí que él llegaría tan lejos.

—Y cuando él murió volcaste todo tu dolor en mí.

—De verdad lo lamento, Al —dijo Cristi con los ojos llorosos—. Yo me equivoqué, por mi culpa casi te matas. Te hice responsable por todo sin tener en cuenta lo que sentías. La muerte de Mateo no fue tu culpa, fue mía, yo le dije que insistiera, le dije que estabas enamorado de él.

—¿Y por qué hiciste eso? —preguntó Alina confundida.

—Porque creí que te gustaba. Cuando hablaste sobre alguien que era imposible de amar para ti, creí que te referías a él. ¿Quién más sería? Yo se lo conté a Mateo, y él creyó lo mismo que yo.

—No puede ser... ahora entiendo por qué hizo todo eso aquella noche.

—Ali, perdóname. Perdóname por favor. Perdón por todo lo que te hice pasar.

—Todos cometemos errores, Cristi. Hemos sido amigas desde siempre, y eso nunca va a cambiar... claro que te perdono —contestó Alina con una tierna sonrisa.

—No te imaginas lo feliz que me hace escucharte decir eso —dijo Cristi entre lágrimas y sonrisas—. ¿Puedo abrazarte?

—Claro que puedes —contestó Alina, poniéndose de pie y extendiendo los brazos.

Cristi se puso de pie abalanzándose sobre Alina para abrazarla con todas sus fuerzas. De los rostros de ambas rodaban las lágrimas.

—Ali en verdad lo lamento... Perdón por todo —suplicó Cristi sin despegarse de Alina.

—Ya, tranquila —dijo Alina consolándola—. No quiero que te culpes más. Fue solo un desafortunado accidente, todo estará bien ahora, yo cuidaré de ti, y estaré siempre para apoyarte.

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