Intercambio de información

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Parecía que el día había comenzado de maravilla, el clima era magnífico y apenas despertó, Dahana encontró su ropa lista y el baño preparado, no tuvo tiempo de digerir aquello cuando ya se encontraba fuera, caminando junto a R para llegar a tiempo al comedor en donde desayunaría con el resto de líderes que, al parecer aún no habían llegado.

R echó un rápido vistazo al reloj que colgaba en una de las paredes y luego de comprobar la hora suspiró. El desayuno comenzaba a las ocho, y en ese momento eran las siete y media, ambas habían llegado con demasiada anticipación.

-Aún es muy temprano. No acostumbras levantarte con tanta anticipación... ¿Hay algún motivo en específico del porqué no pudiste dormir? Tus ojeras lucen terribles.- Dijo sin apartar la mirada de Dahana.

La joven gruñó por lo bajo antes de derrumbarse sobre la mesa, en el lugar que le tocaba. R no mentía, tenía ojeras a causa de la falta de sueño, y aunque intentó cubrirlas con maquillaje seguían notándose  de manera abrumadora. 

-¿Entonces?- Insistió R al ver que no obtenía respuesta.

-Pesadillas.- Fue todo lo que respondió Dahana a la par que se frotaba los ojos. 

-¿Pesadillas?- R se colocó a un lado de su líder, ella no sabía que Dahana sufría de aquellos sueños oscuros, incluso aunque prestaba atención a ella cada día no había llegado a notar signos de falta de sueño hasta ahora... 

Dahana asintió con la cabeza y R no siguió con el tema, ambas se limitaron a guardar silencio hasta  que los demás fueron llegando y ocupando los lugares puestos a lo largo de las mesas colocadas en forma de U.

Cuchicheos y susurros comenzaron a llenar el vacío de la estancia, los líderes se sentaban a un lado de sus conocidos y entablaban pláticas con facilidad, sin embargo Dahana se mantenía callada, hasta ahora nadie había ocupado los asientos a sus lados, R había ocupado su lugar, parada detrás de ella, como el resto guardias de los demás, por lo tanto se quedó sola.

No le molestaba, pero algo en su interior le provocaba una sensación de incomodidad, se suponía que había ido con la intención de entablar buenas relaciones, pero hasta ahora solo había conseguido estar a la deriva en medio de un mar de peces con dientes afilados que no parecían tener intenciones de estrecharle la mano y volverse sus amigos.

-¿Puedo sentarme?- 

Una dulce voz seguida de un aroma a frutas llegó inundando su ser, Dahana tragó saliva al reconocer de quien se trataba y se sintió aún más pequeña al notar como todas las miradas que antes la ignoraban ahora recaían sobre ella y sobre el séquito de individuos que se encontraban de pie a un lado de su asiento.

-Lord Tanya...- Dahana recuperó su compostura. ¿Qué rayos le pasaba? Ella era Dahana Suredal, no tenía porque temer a aquellos peces cuando bien era igual o superior a ellos, ya había sido suficiente de miedo y pánico, ahora era cuando le tocaba no defraudar a su familia, a su organización y a sí misma. -Adelante por favor.-

El lord le sonrió, una sonrisa amable, una sonrisa que transmitía esa alegría y pizca de diversión, como si hubiera escuchado los pensamientos que momentos antes pasaron por la mente de la joven Suredal.

-Muchas gracias.- Con sumo cuidado y delicadeza, el lord recogió sus túnicas de colores vivaces y bordados en oro, luego se sentó, las tres personas que le seguían imitaron a R colocándose detrás de su rey, de su líder.

Dahana abrió la boca para agregar algo más, pero apenas iba a hablar cuando un grito enérgico ahogó su voz. 

-¡Didy!- Clauden apareció llena de vida y energía como siempre, cuando sus ojos se conectaron con los de Dahana corrió hasta ella. -Buen día.-

ND Secretos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora