Un buen día

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Había pasado un día desde que Dahana se había marchado al extranjero para la conferencia de líderes, un día, tres horas y cuarenta y dos minutos para ser exactos.

Tania llevaba, muy en contra de su voluntad, una cuenta muy exacta y rigurosa del tiempo que su compañera había permanecido fuera. No sabía el porqué pero por muchas cosas que hiciera durante el día siempre sabía con precisión cuanto tiempo transcurrió desde su partida. 

Un suspiro involuntario se escapó de sus labios antes de desvanecerse en el aire. Tania llevaba toda la mañana así, suspirando, recargada en su escritorio junto al de Dahana, con las manos sobre la madera o jugueteando con algún bolígrafo ajeno que hacía girar varias veces entre sus dedos antes de detenerlo y volver a repetir la acción, tenía trabajo, había muchos reportes que tenía que transcribir o revisar pero no avanzaba con ninguno, intentaba concentrarse pero su mente divagaba en su propia burbuja de fantasía, como si se negara a hacer algo en todo el día. Por todo esto el trabajo no hacía más que acumularse, y las pilas de hojas que Charlotte le entregaba solo crecían y crecían.

-Este es el último.- 

Otra pila de hojas de un tamaño considerable fue colocada sobre las que ya se encontraban allí. Tania ni siquiera parpadeó cuando el trabajo volvió a aumentar, pero una mueca de desagrado curvó sus labios. 

Charlotte miró de reojo a su compañera y luego el desastre que rodeaba su escritorio, tenía la noción de que Tania nadaba distraída pero no esperaba que tanto, para ese punto creía que al menos una tercera parte del trabajo ya habría sido finalizado, pero en cambio Tania seguía sin poder avanzar del primer reporte. 

-No haz hecho nada.- Dijo Charlotte sin sonar muy dura.

Tania dejó de jugar y la miró con cara de aburrimiento.

-No puedo hacer nada, ya lo intenté y no avanzo...- La joven se dejó caer contra el escritorio chocando su frente contra la madera. -Soy un fracaso.-

-¿Por qué no la llamas? Quizá eso ayude.- Sugirió Charlotte consiente de que en parte, Tania se encontraba así porque no había podido contactar a Dahana, y el no saber si estaba bien o no la abrumaba.

La mano que no sostenía el bolígrafo descendió hasta uno de los bolsillos de la sudadera de Tania, de donde extrajo su celular, sin mirar lo encendió y tecleó la contraseña, un pitido anunció que el aparato había sido desbloqueado, luego de eso Tania alzó la pantalla y se la mostró a Charlotte.

Por la cercanía entre su rostro y la pantalla, Charlotte tuvo que retroceder un poco para poder ver con claridad lo que Tania quería que mostrarle.

La aplicación de llamadas y mensajes había sido abierta, mostrando que Tania había mandado varios mensajes para ver si Dahana se encontraba bien, ninguno había sido recibido, las llamadas igual no faltaban, pero todas marcaban error y se encontraban señaladas en rojo.

-Que extraño.- Charlotte se frotó la nariz mientras pensaba. -Hasta lo que sé la comunicación está permitida, no pueden aislarlos de esa forma, aunque ahora que lo veo... No eres la única que no ha podido contactarla, ayer igual les escribí, a las tres, pero ninguna recibió o atendió a la llamada, aunque yo supuse que estaban demasiado ocupadas para hacerlo.-

Ante aquellas palabras Tania se irguió de golpe.

-¿Sabotearon el sistema?-

Charlotte volvió a tomar unos segundos para pensar antes de encogerse de hombros.

-No se ha notificado nada, además de que allí la seguridad es rigurosa y el parlamento internacional ya habría tomado cartas en el asunto de ser así.- 

ND Secretos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora