No se toca lo que no es tuyo

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Dahana podía estar herida, podía no haber comido bien en las últimas 27 horas, podía estar al borde del colapso y aún así, todo eso quedaba de lado y conseguía sacar energías de quien sabe donde si su ira despertaba, pero todavía, si su ira despertaba porque habían herido a alguien a quien apreciaba demasiado.

Su madre le enseñó desde pequeña que en una batalla las acciones deben de ir antes que las palabras, si querías pelea solo golpeabas, en este caso era lo mismo.

Cuando las pocas balas con las que contaba no fueron más que un montón de metal en la carne de las víctimas tuvo que valerse de todo lo que podía encontrar para poder defenderse, entre sus armas actuales estaban sus puños. Golpeaba todo aquel que portaba ese horrible traje negro, los golpeaba y al no medir bien su fuerza igual los mataba.

En medio de tanto ajetreo había perdido de vista a Az, en un comienzo el joven estaba a unos cuantos pasos de ella, riéndose, disfrutando del momento como si fuera un acto de apertura para algún evento de gran importancia, pero cuando los soldados fueron más la visión de Dahana se redujo y de un momento a otro ya no pudo verlo a él.

Tampoco sabía donde estaba Minerva pero al menos la podía seguir escuchando maldecir de vez en cuando y el ruido de sus cadenas y espolones al rasgar la carne era inconfundible, aún permanecía con vida. 

Los minutos se alargaban y la pelea parecía no tener final, Dahana podía tener una buena resistencia pero no era inmortal, su cuerpo terminaría cediendo al cansancio, dolor y falta de energías luego de un tiempo, por eso debía de encontrar algo para salir  de allí.

Para empezar tenían que buscar a Tania, buscar a los demás, asegurarse de que nadie estuviera gravemente herido y... Y luego ya podrían encargarse de Az de una mejor manera.

Dahana sacudió con brusquedad su cabeza, los pensamientos la estaban agobiando y sus prioridades eran un caos, primero debían de salir de ahí, luego verían lo que seguía. 

Hizo un movimiento extraño para esquivar una bala y su mirada se posó en la ventana rota del segundo piso, de ahí habían caído las prendas de Tania, ahí debía de haber algo, sin pensarlo más Dahana saltó hasta donde estaba Minerva, la albina casi le clava las garras al sentir como una mano ajena le apretaba la cintura pero de inmediato se contuvo al ver quien era, una vez asegurada Minerva Dahana tomó un poco de impulso para saltar.

Los vidrios sobrantes en la estructura cuadrada del marco se hicieron añicos, algunos se clavaron en la piel de ambas y otros más cayeron al suelo para romperse en trocitos aún más diminutos. Minerva gruñó al sentir como su cuerpo aplastaba al de Dahana y luego de otra ronda de maldiciones se puso de pie a la par que ayudaba a Dahana a hacer lo mismo.

Abajo, los gritos de los soldados seguían escuchándose, pasos apresurados y balas, era obvio que aún tenían intenciones de perseguirlas, no iban a dejarlas huir con tanta facilidad, pero al menos tendrían un poco de paz hasta que llegaran.

Minerva corrió a colocar el seguro de la entrada y la bloqueó con todo lo que encontró, una vez que hubo terminado giró para ver a Dahana pero esta ya estaba con la vista fija en una puerta escondida detrás de un armario, la perilla y el suelo tenían huellas ensangrentadas , el rastro carmín venían del interior y aún permanecía fresco.

Dahana estuvo a punto de tomar la perilla para girarla pero se detuvo, miró a Minerva y cuando ella le asintió finalmente abrió la puerta.

-¡Dahana!- Minerva gritó al ver como su compañera era succionada por un tobogán en el suelo. 

Cuando llegó al mismo lugar el tobogán igual la jaló hacía abajo así que sus gritos terminaron ahogados en su garganta. Cayó por segunda vez en una pila de clavos que le causaron dolores ahí en donde se enterraron, pero ese dolor desapareció cuando observó al escena frente a sus ojos.

El cuerpo de Dahana igual se había congelado, como si temiera incluso respirar, la sangre parecía haber huido de su rostro ya que estaba blanca, blanca.

La figura parada de espaldas frente a ellas giró como si sintiera la llegada de las intrusas, y cuando hizo esa simple acción las dos presentes emitieron y contuvieron suspiros y gritos de horror. 

Tania tenía lo que quedaba de ropa hecha girones, sus pies estaban descalzos y sangraban, las cuencas vacías de sus ojos lloraban sangre y en el lugar donde deberían de estar sus orejas habían solo trozos de carne y cartílago rasgados, podía escuchar pero se le dificultaba demasiado, por eso al sentir que algo había caído no perdió tiempo y atacó.

-Ta...- Dahana se tragó su nombre a medio decir y bloqueó el ataque, le sorprendió la fuerza que usó su compañera, estaba herida y aún así golpeaba como si no hubiera mañana.

Cuando otro golpe estaba por estrellarse contra el bloqueo de Dahana, Minerva no pudo controlarse y gritó tan fuerte como pudo.

-¡SOMOS NOSOTRAS ANIMAL!-

El grito fue fuerte pero Tania apenas y alcanzó a escucharlo, aún así comprendió y reconoció la voz, se detuvo de inmediato.

Al ver que por fin cedía Dahana corrió a su lado y comenzó a revisarla de arriba a abajo, teniendo cuidado de no lastimar más las partes heridas.

-Tania... Tania... ¿Qué...?-

-No hagas preguntas.- Minerva desvió la mirada, su expresión se había ensombrecido como si hubiera notado algo más. -No puede responderte.-

Dahana tomó la boca de Tania con dedos temblorosos y al abrirla ahogó otro grito cargado de dolor, no estaba segura de que le habían hecho a su lengua pero... Ya no estaba.

-Ni se te ocurra llorar.- Minerva se inclinó frente a Tania y le metió una galleta en la boca, la joven hizo muecas de dolor pero no se resistió y comió. -Llorar no va a ayudar en nada.- Finalizó Minerva sacando toda la bolsa de comida que había estado cargando y casi olvida.

Un silencio doloroso las rodeó, por unos minutos Minerva se la pasó alimentando a Tania, la armera comía sin protestar pero gruñía y hacía soniditos de dolor cada que masticaba, la sangre de su boca comenzó a manar en mayor cantidad y cuando Tania ya no pudo más se puso de pie, corrió al lado más alejado y vomitó una mezcla de sangre, grumos, comida y algo extraño que quizá era tejido interno.

Regresó a su lugar con calma e impidió que Minerva le metiera más comida, pero como la albina era terca la obligó a comer al menos otra lata de sopa de verduras, al final la hizo beber agua y, aunque dolía, era lo mejor para que su poder curativo comenzara a hacer efecto, para acelerar ese proceso incluso le prestó energía, fue suficiente para que las heridas superficiales se sanaran.

-Ya puede escucharte.- Minerva se dirigió a Dahana luego de comprobar que las orejas de Tania habían vuelto a su estado original. -Pero ahora no hables muy fuerte, sus oídos siguen sensibles.-

-Entiendo.- Dahana había sacado su pañuelo de seda y estaba limpiando la sangre del rostro de su compañera cuando escuchó a la albina, y estaba por hablar con Tania cuando una voz proveniente del techo la hizo detenerse.

-A todos los líderes se les hace un anuncio de último momento... ¡Ah, espérense que estoy hablando!- Después de una pausa repentina la voz siguió. -La unidad de reconocimiento especial del Pentágono, la UESI y el Parlamento Internacional han sido avisados de la situación actual en la que nos encontramos, la barrera aún no ha sido desactivada pero las celdas fueron liberadas, se les pide de su cooperación para capturar al mayor número de enemigos, el líder del Parlamento Internacional dio su permiso para matarlos, menos al joven Az Tanya, él será juzgado como es debido. Por otra parte se agradece el apoyo para la liberación de las celdas a la señorita Tania, ahora si ella o Didy me escuchan tengo un mensaje especial que darles... Diríjanse al punto B0012, nos reuniremos ahí, quizá la señorita Tania necesita atención médica urgente así que les pido se apresuren lo más que puedan, Jon y yo vamos en camino para atender en lo que podamos.-

El mensaje terminó tan rápido como había comenzado pero al final las tres tenían un nuevo punto al cual ir.

-B0012.- Minerva se puso de pie. -Démonos prisa.-

-Eso, habrá que apresurarse.- 

El cuerpo de las tres se tensó, Dahana dejó de limpiar la sangre de Tania y giró para toparse con el rostro angelical de Az, él chico le sonrió.

-My lady, nos encontramos otra vez.-

ND Secretos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora