D O S

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Hyunjin no sabía cómo había terminado así; manejando camino a casa con un pequeño niño tiritón de bellos ojos azules a su lado.

Seungmin mantenía su mirada perdida en dirección a sus manos. No sabía qué pensar, ni qué hacer. Simplemente se dejó hacer cuando el pelinegro le dijo que lo siguiera. No dejaba de recordar la expresión de Dongju cuando supo que lo perdió, tampoco podía olvidar como esas arrugadas manos se aferraban a su cintura como si su vida dependiera de ello. Sin embargo, no sentía nada. Simplemente no sabía si confiar en el hombre que suavemente lo quitó de los brazos de su padre dictando duras palabras para él.

"Las reglas son reglas, Dongju."

Fue como si aquellas simples palabras fueran un hechizo para el mayor, de inmediato lo soltó, sin siquiera pensarlo.

Seungmin estaba tan confundido. Y asustado. Sobre todo asustado.

No sabía nada de Hyunjin, literalmente nada. Lo había visto dos o tres veces alrededor de aquel casino cuando lo habitaba con su padre, pero más allá de eso no habían pasado. Nunca habían compartido palabras ni mucho menos miradas. ¿Qué debía pensar de él? Existía la probabilidad de que aquel hombre fuera igual o incluso peor que su padre, después de todo Seungmin no conocía otras actitudes en un hombre mayor, su inocencia era tan grande que para él todo hombre es igual, incluso él lo sería cuando llegue a cierta edad. Pero obviamente no es verdad, y la mente de Seungmin le hacía jugar malas pasadas.

Hyunjin por otro lado tenía sus ideas claras. Sabía lo que haría, lo que diría, todo. Aún cuando sus nervios estuvieran a flor de piel. Repasaba mentalmente la imagen que resultaría en cuanto lleguen a casa y esperaba que todo ocurriera como estaba en sus planes.

Ninguno dijo nada en todo el camino hasta que al fin entraron al departamento de Hyunjin.

Seungmin ni siquiera se había dado cuenta que la temperatura había cambiado, ahí dentro era cálido y reconfortante, ya no necesitaba aferrarse a su pequeña chaqueta blanca de tela fina. Se sintió bien cuando cayó como peso muerto en el sofá cuando las suaves palabras del mayor se lo ordenaron. Todo era tan diferente, y de alguna manera se sentía especialmente bien para él.

El mayor miraba atentamente las acciones del menor, se sorprendió cuando Seungmin actuó sin dudarlo al escuchar sus órdenes. No sabía qué hacer, todo su monólogo había quedado en el olvido en cuanto vio como los bellos ojos de Seungmin se cerraban somnolientos exigiendo dormir. ¿Qué debía hacer? Quería ayudarlo, no podía obligarlo a estar ahí con él, y más cuando aquel niño no dejaba de temblar en su presencia. Pero para eso debía saber todo de él.

Se quitó su abrigo y lo dejó en el sofá justo al lado del niño. El menor dio un salto al darse cuenta de la cercanía de Hyunjin, e intentó alejarse cuando las largas manos de él se acercaban peligrosamente a su cuerpo. El miedo subió por todo cuerpo, obligándolo a correr lejos de aquel hombre.

— ¡No! Seré... Seré un buen niño...— exclamó acurrucado en la esquina del sofá, antes de que Hyunjin pueda poner una mano sobre él— Por favor, no me haga daño. — susurró aferrándose más a sus delgadas piernas.

Hyunjin retrocedió impactado, con la mandíbula tensa y los ojos fijos en el niño que se abrazaba a sí mismo. Muchas preguntas pasaron por su cabeza debido a la acción del menor. ¿Era su medio de defensa? ¿Tanto miedo sentía por él? ¿Era por su apariencia? ¿Tal vez de verdad quería ir con su padre? O ¿Era su padre el causante?

Suspiró.

Él solo intentaba cargar el adormilado cuerpo de Seungmin para llevarlo a la cama de invitados que tenía en aquel departamento.

› Obey ꙳໋͙ HyunMin ⌕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora