O C H O

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Volvían a encontrarse en aquella oficina de tonos oscuros. Esa que ha sido su espacio desde que comenzaron todo aquello. Era la única que escuchaba cada gemido y suspiro, la única que veía su fogoso acto y la única que podía juzgarlos. Ahora mismo, la oficina era la espectadora del tan esperado reencuentro de aquellos dos hombres que no perdían el tiempo en palabras que sabían que sobrarían.

Hyunjin sonreía lascivo mientras observaba como su acompañante se deshacía de sus pantalones con su mirada fija en él. Estaba disfrutando de aquella vista y de aquel suave tacto que había extrañado. Tembló al sentir la caliente respiración del menor en un punto de su estómago bajo, siendo consciente de cómo sus pantalones caían al suelo a causa de las maniobras del otro.

Suspiró. Aquel rostro estaba tan cerca del terreno peligroso causándole cierta desesperación y ansiedad. Esos pecaminosos labios viajaban juguetones por su pelvis, incitándolo a perder el control, a tomar los sedosos cabellos castaños y tironearlos hacia atrás para poder acceder a esos bellos cerezos que lo volvían loco. Y así lo hizo. Ganándose un sonoro quejido que retumbó en sus oídos y que se ahogó contra sus labios. Su espalda se encorvó hasta la altura del menor para saborear sus labios, morderlos y lamerlos a su antojo, disfrutando de los ahogados gemidos que callaba con su juguetona lengua.

Había esperado ansioso por este momento, sufriendo cada minuto de los largos días que el menor le había hecho esperar, y en los cuales sus pensamientos se habían vuelto todo un caos.

Sin dejar de besarlo, Hyunjin levantó el cuerpo del castaño y lo guío hasta la pared, estampándolo ahí. El chico gimió de forma dolorosa separándose de los labios de Hwang. Se aferró a los antebrazos del mayor y este tomó la cintura del contrario de forma posesiva, ejerciendo más fuerza inconscientemente. Sus miradas se conectaron y Hwang Hyunjin se sintió en la gloria al ver el rostro de su acompañante. Estaba sonrojado por la alta temperatura que sus cuerpos habían alcanzado, dándole esa ternura extra a su rostro de bebé. Sus labios brillaban cubiertos por la saliva de Hyunjin e hinchados por las constantes mordidas que recibieron por parte de mismo. Su cabello se había pegado en su frente a causa del sudor y su respiración se encontraba agitada saliendo por los labios entreabiertos que invitaban a morderlos nuevamente.

Hwang no se encontraba en mejores condiciones.

— Maldito animal... — fue lo único que consiguió decir para quejarse. Hyunjin había decidido acoplarse entre sus muslos para frotar sus ya notables erecciones, robándole agudos gemidos que no pudo retener.

Hwang estampó su sonrisa en la oreja del menor, regando besos gentiles que hacían suspirar al cuerpo entre sus brazos. Agradeció en silencio que el castaño se haya desnudado por completo antes que él, porque a estas alturas él hubiera roto lo que interponga a su paso para conseguir el placer que ansiaba.

El mayor apretó con fuerza los suaves muslos del menor justo cuando decidió descender por la curvatura de su cuello, aspirando el embriagador aroma a cacao que el castaño desprendía. Mordió, lamió, besó y jugueteó con aquel níveo cuello hasta que los gemidos se volvieron más intensos y las cálidas manos del contrario se aferraron a su negro cabello de la nuca, causándole un dolor delicioso.

— Mierda, no, Hwang... — gimió apartando al mayor en cuento sintió como su piel era succionada fuertemente, justo a la altura de su clavícula. Tomó el rostro de Hyunjin entre sus manos y lo miró directo a los ojos, apreciando el filtro de lujuria que se había instalado en ellos — Sin marcas, joder.

La sonrisa lasciva se hizo presente nuevamente mientras asentía con rendición. Ya lo sabía, desde el primer día él lo había dejado claro, las marcas en el cuerpo estaban estrictamente prohibidas. Pero él seguía intentándolo, esperando dejar su huella en la perfecta piel de su abogado.

› Obey ꙳໋͙ HyunMin ⌕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora