S I E T E

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El ramo de rosas blancas en sus manos brillaba iluminando las tristes almas de las personas en aquel hospital. Cargaba en su rostro una hermosa sonrisa que aumentaba con cada paso que daba, acercándose a su destino. Llevaba vestido un conjunto teñido de blanco; una camisa con los dos botones finales desabrochados dentro de unos finos pantalones de traje, terminando así con unos zapatos de charol blanco que daban ese toque de brillo y limpieza que a esa persona especial tanto le gustaba. También portaba en su muñeca izquierda aquel reloj, un regalo del que no desprendía nunca. Estaba vestido para él, con su color favorito, y llevaba de regalo sus rosas favoritas. Aunque su estado no sea el más óptimo, él siempre le mostraba su deslumbrante sonrisa, aún cuando aquel hombre no la podía ver.

Pero aquella sonrisa se borró al abrir la puerta de la habitación de hospital de su padre.

Estaba como le recordaba, sobre aquella cama rodeado de máquinas que lo mantenían con vida. Aquel sonido irritante que para Minho se había convertido en su favorito seguía igual que siempre, dejándole un cálido sentimiento a su corazón. Tal vez sus cabellos blancos habían crecido un poco, pero seguía siendo el guapo hombre que le dio la vida.

Todo indicaba que estaba perfectamente, hasta que la vio a ella; vestida con un vestido rojo furia, una chaqueta negra peluda descansando en sus hombros, y calzando unos hermosos tacones negros. Su pelo oscuro, sin rastro de vejez en él aún, estaba atado en un alto peinado el cual parecía como si un animal hubiera pasado si lengua por ahí, para que ningún cabello estuviera fuera de lugar.

Oh, Minho quería lanzarle las rosas y gritarle que se marchara de ahí, que sólo ensuciaba el precioso entorno de su padre, que no valía lo suficiente para pararse frente a aquel hombre; pero todas sus palabras fueron tragadas, causándole un gran nudo que le incomodaba. La odiaba, sí, con toda su alma, pero aún así era su madre.

Caminó - decidido a ignorarla - hasta la cama de su padre para dejar el ramo en aquel jarrón de cerámica que él mismo había llevado y el cual se encargaba de sostener las bellas flores que siempre llevaba. Tomó la mano de su padre entre las suyas y nuevamente le dedicó su sincera sonrisa.

Todo con la fría mirada de su madre detrás de él.

-- Ya estoy aquí, papá. -- murmuró, dejando un sutil beso en el dorso de aquella arrugada mano.

Y como siempre, no recibió respuesta alguna, pero eso no fue razón para que él borrara su sonrisa, todo lo contrario, la intensificó.

Minho ya acostumbraba a visitar a su padre día por medio, desde que él había caído en coma un año atrás. Recuerda como la noticia lo había terminado de destruir por completo, pero a la vez había hecho que él se salvara de aquel agujero negro en el que había caído. Su padre había sufrido un terrible accidente automovilístico junto a su (en ese momento) pareja. Ella falleció al instante, los médicos no pudieron hacer nada por la mujer, mientras que Hyonjong sobrevivió, quedando en un estado tan grave que lo había llevado al coma. En aquel entonces, Minho recuerda haber llorado en los pasillos de aquel hospital por horas siendo acompañado por su nana Eunji, quien lo abrazaba dispuesta a recibir todas sus lágrimas. Él lloraba por aquel hombre que, aunque ya no vivía junto a él, lo apoyaba desde lejos y se lo demostraba con pequeños detalles que Minho atesoraba. Fue en esos momentos en el que conoció a su medio hermano, Lee Félix, que de un momento a otro había llegado como un rayo de luz para iluminar su oscura existencia.

Gracias a aquel niño, Minho había podido seguir con su vida.

Pero aquel niño cargaba pequeños problemas que lo mantenían ocupado, y muy en su interior agradecía que fuera así, porque gracias a esos pequeños problemas podía mantenerse desconectado de aquellos grandes recuerdos de su pasado que lo atormentaban. Gracias a Félix podía olvidar por minutos a Christopher Bang. E ir a visitar a su padre también era una gran distracción, pero nunca hubiera pensado que se encontraría a la dueña de sus pesadillas justo ahí, en su lugar sagrado.

› Obey ꙳໋͙ HyunMin ⌕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora