V E I N T I D O S

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Doce del medio día. Hyunjin y Seungmin ya se encontraban en la oficina de trabajo del mayor, ocupando el tiempo de trabajo en su actividad favorita, debido a Seungmin y su atrevimiento del día.

Hyunjin nunca había amado tanto la sensación de las extensas hebras de cabello del pelinegro enredadas en sus manos, acompañado de esos carnosos labios que se ocupaban de rodear su miembro sin dejar un centímetro sin cubrir.

Demasiado sorprendido para siquiera creer que eso fuera real o un simple sueño más de su colección. Seungmin se estaba comportando de la justa manera en que en algún momento lo imaginó; desbordando seguridad sobre sí mismo, sin miedo a ser reprendido, dispuesto a obedecer sus gustos propios. Porque Hyunjin creía fielmente en que para disfrutar de algo se debe tener las ganas de hacerlo, y no forzar a tu cuerpo. Entonces, ver a Seungmin tomar la iniciativa por primera vez, le daba a entender que él sí disfrutaba de eso.

Las rodillas de Seungmin dolían, pero no se detendría hasta conseguir su cometido. Tenía una idea en mente que lo estaba llevando a actuar de esa manera, consumido por un calor en su pecho y un deje de furia corriendo por su ser. Sentía la necesidad de marcar a Hyunjin, y no encontró mejor forma que esa, succionando su miembro sin piedad, logrando liberar gruesos sonidos desde la profundidad de la garganta de Hyunjin.

— Sigue así, bebé. Lo haces muy bien. — gimió roncamente. Fue lo único entendible que pudo decir, antes de caer nuevamente en suspiros y quejidos dispersos.

Hyunjin había tenido que desabrochar su camisa y abrir una de las ventanas a penas Seungmin había comenzado con su travesura. El calor ahí adentro se asemejaba al infierno, pero nada comparado al calor que el pequeño le estaba haciendo sentir en su entrepierna. Y lo peor de todo, era ver esa traviesa sonrisa engullendo aquel falo. Orgulloso de sí mismo se veía, por conseguir que su dueño quede a su merced.

Hyunjin perdió la cabeza cuando Seungmin jugueteó en el glande con su lengua, mientras que con su mano lo masturbaba frenéticamente. Y de paso, esos bellos ojos lo miraban expectantes, brillantes de emoción al ver a Hyunjin sudado y quejoso por sus acciones. Aquel negro con contraste azul cautivó una vez más al mayor.

Las manos de Seungmin se ubicaron en las caderas de Hwang cuando él intentó levantarse. Quería empotrarlo, estaba cerca y quería acabar dentro del niño, pero este tenía otros planes. Ejerció más fuerza en su trabajo, succionó, lamió y jugueteó el doble hasta que Hyunjin no pudo volver a pensar en levantarse, porque su climax estaba ahí liberándose dentro de la boca del pequeño, y aunque trató de detenerlo, el menor insistió buscando hasta la última gota.

Un ronco gemido, seguido de una respiración profunda y un relajo de sus músculos. Seungmin esperó paciente con la sustancia en su boca, saboreándolo hasta que los ojos de Hwang se volvieron a posar en él. Entonces lo tragó, con una sonrisa.

— No tenías que haberlo hecho. — dijo mientras regulaba su respiración entrecortada.

El pequeño juego había sido un éxito, así que Seungmin no borró su sonrisa inocente y angelical. Con movimientos suaves tomó asiento sobre el regazo de Hyunjin envolviendo sus brazos alrededor del cuello de este. El mayor no tardó en tomar el mentón del contrario y morder aquellos labios malcriados, dejando sin aliento a su dueño.

— ¿Le da asco a papi que lo bese después de eso? — preguntó inocentemente aún sobre sus labios.

Qué droga había consumido; se preguntaba Hyunjin, para que Seungmin pasara de ser el niño tímido que debía buscar con cuidado para hacerlo explotar en placer, a este niño lleno de erotismo y dispuesto a pasar todo el día con sus piernas abiertas.

No sabía. Aunque Seungmin se había comportado más seguro sobre las relaciones sexuales después de su primera vez, nunca había tomado él la iniciativa. Estaba claro que ahora el niño no se negaba a tener relaciones, sino al contrario, las esperaba y reclamaba de forma infantil si Hyunjin no jugaba con él durante la noche. Pero jamás había ido él mismo a bajar la bragueta del pantalón de Hyunjin y devorar sin piedad y sin permiso aquel trozo de carne. Cabe resaltar que mucho menos en la oficina del mayor, porque siempre sacaba de excusa que "Jisung hyung puede escuchar". Pues ahora Jisung no existía, y si a Seungmin se le ocurría gritar a los cuatro vientos que se la había chupado a su Daddy porque le dieron ganas, no le iba a importar en lo absoluto que el secretario estuviera fuera de la puerta escuchando todo.

› Obey ꙳໋͙ HyunMin ⌕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora