D I E C I N U E V E

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La manera en que Hyunjin respiraba estaba asustando a Christopher. Como hacía crujir sus dientes y como sus ojos estaban entrecerrados viendo al niño que jugaba a lo lejos. El pequeño vaso de whisky era el más afectado por la fuerza que Hyunjin ejercía, a pesar de estar sentado a piernas cruzadas.

La pequeña terraza fuera de la oficina de Hyunjin en el hogar era perfecta para ver como Seungmin se entretenía con las bellas flores del jardín, así como también se veía al peluche siendo arrastrado por el suelo siendo agarrado por una de sus patas. Era una de las formas que Seungmin tenía de distraerse, y aunque no sabía el por qué, conocía aquella casa de memoria, por lo que no le asustaba caminar por los alrededores. Algunas veces se encontraba con cosas que le parecían conocidas, pero las dejaba en el olvido después de sentir como su cabeza dolía por intentar recordar. Así mismo fue con Hyunjin, que después de muchos intentos fallidos se rindió, y tampoco le preguntó a Christopher, simplemente lo asumió como su nuevo dueño al no ver a su padre alrededor.

Seungmin estaba consciente del par de miradas que estaba recibiendo.

— ¡Es que no lo entiendo, Chris! — soltó de repente, afligido.

El peliplata suspiró, tomando su whisky de un solo trago.

— No tienes que entenderlo, simplemente aceptarlo. — dejó el pequeño vaso en la mesa de café y continuó — Seungmin ya no es capaz de recordarte, le fallaste y es mejor que esto quede así a que su corazón se haga trizas. Sabes que él estaba enamorado de ti, se le notaba, el amor salía por sus poros. Eras su todo. ¿No crees que es mejor olvidar tú también que caíste por él?

Hyunjin miró a su amigo con sorpresa, hasta miedo se podía ver en sus ojos, y es que para Christopher, su mejor amigo era muy fácil de leer. Siempre estaba un paso más adelante que él.

— No puedes negarlo, te enamoraste, Hyunjin, no es nada malo. No puedes asustarte por algo tan natural del ser humano como lo es el enamorarse. — explicó, tratando de calmar a su amigo.

El pelinegro negó, contradiciendo al mayor.

No era posible. Hyunjin sólo se había enamorado una vez en su vida, y no de un niño. Aunque su enamoramiento duró hasta terminar la universidad, nunca pensó que volvería a sentir algo así. Aceptaba que la atracción sexual no podía faltar, un claro ejemplo era Seungmin, pero a pesar de haber estado con tantas personas, nunca sintió el deseo del amor. Por otro lado, Christopher podía tener razón. Seungmin era diferente. Y no lo digo por el hecho de que sea un niño, o sus raros aprendizajes, sino que para Hwang Hyunjin, Kim Seungmin era alguien completamente diferente. Lo que el de cabellos de ángel le hacía sentir no se comparaba a nadie, ni siquiera a ese amor de universidad que creyó indestructible. Esa necesidad de saber de él, la preocupación, aquel anhelo de verlo a cada instante, a cada minuto. Si pudiera bajarle la luna a Seungmin, lo haría con gusto. Y si el niño le pide todas las estrellas del universo, él sería capaz de darselas con tal de ver una sonrisa en ese hermoso rostro. Tal vez, Hyunjin pensaba que todo lo que sentía por él se debía a la historia detrás, todos los daños de los que se enteró, sin embargo, al ver al menor lo último que recordaba era que había sido maltratado toda su vida. O incluso, llegó a pensar que sólo era un deseo carnal como lo era con Seungmin, pero si así fuera, no hubiera sido capaz de detenerse todas esas veces que tuvo la oportunidad y no la aprovechó. ¿Y por qué no lo hizo? Pues la respuesta es fácil:

— Mierda, tienes razón. Estoy enamorado de Seungmin.

Era más difícil decirlo en voz alta que pensarlo, pero Hwang Hyunjin se sintió liberado cuando su mente y corazón se juntaron por primera vez en su vida.

› Obey ꙳໋͙ HyunMin ⌕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora