C I N C O

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Finalmente habían llegado a Busan. El viaje fue un poco exhaustivo, con un dramático Changbin en la estación llorando por tener que despedir a su amigo, un Minho metido en su mundo inseguro de decir lo que quería, una Haseul temblorosa con miedo a que su padre apareciera en cualquier momento para llevarla lejos, y un Seungmin curioso que preguntaba a Hyunjin por cada cosa nueva que veía. El mayor sólo quería descansar y dormir en el tren todas esas horas de viaje, pero un energético Seungmin ansioso por aprender no le dejó. Incluso en el auto, cuando fueron recibidos por el chófer de Hyunjin al llegar a la estación de Busan, Seungmin no paró de hacer preguntas con sus ya comunes susurros.

El pequeño era muy tierno, pero todo tiene un límite.

Era eso, o que Hyunjin estaba preocupado pensando en otras cosas.

Fuese lo que fuese, una vez frente a su casa; soltó un largo suspiro mientras veía como su chófer comenzaba a entrar las maletas siendo seguido de Seungmin que singularmente había hecho buenas migas con el chófer. Por otro lado, Haseul se quedó junto a Hyunjin. La chica bostezó y miró al mayor con cansancio.

-- Cometiste el error de darle café. -- fue lo único que dijo antes de comenzar a caminar siguiendo los pasos de su hermano.

Hyunjin suspiró de nuevo. Algo estaba rondando en su mente y no lo dejaba en paz.

Hubiera preferido que la melliza no le hubiera contado más del pasado de Kim Seungmin. Oh, en serio deseaba no haberse enterado.

No durmió en toda la noche, incluso después de haber llegado de una larga tarde de compras, en donde abasteció los armarios de los dos hermanos. Simplemente no pudo pegar el ojo. Se pasó toda esa clara noche de luna llena viendo la iluminada Seúl desde su ventana de pared completa, vestido con su simple pantalón de chándal holgado y una camiseta básica blanca de mangas cortas. Ahí, cruzado de brazos, pensaba en todo lo que había sucedido en tan solo dos días.

Cuando fue a su casino en Seúl nunca pensó que volvería a casa siendo el dueño de un niño criado para obedecer y complacer. ¡Nunca en su vida, estando en su sano juicio, hubiera pensando en la idea de tener un sumiso! Pero ahí lo tienen. Por querer hacer una buena obra, por querer ayudar al niño que con cada día que pasaba se presentaba en el casino aún más demacrado que antes.

Y oh, el niño tiene una hermana. ¡Que además lo odia!

Simplemente las cosas no estaban a favor de Hyunjin.

Y no sólo eso. Dongju seguía siendo un problema para Seungmin, Haseul, y sobre todo para Hyunjin. El sólo pensar que aquel hombre seguía vivo hacía que Hyunjin se pusiera ansioso y sin querer esperaba la llamada de su padre gritándole por las barbaridades que le había hecho a su tío. Porque Dongju hablaría, no había duda de ello.

-- ¡Hyunjinnie! -- se escuchó a lo lejos.

Hyunjin sacudió la cabeza y buscó con la mirada al dueño de esa voz. Sonrió por inercia cuando le vio en lo alto. En el segundo piso, desde uno de los balcones que daban vista al estacionamiento y al jardín; estaba Christopher Bang, sacudiendo su mano en lo alto en modo de saludo.

Hyunjin ya no se preocupó más de todos esos problemas que rondaban su mente. Tenía a Christopher, el mejor psicólogo y consejero que pueda conocer en toda su vida, y además de eso su mejor amigo. ¿Si él no lo ayudaba a resolver sus problemas, quién lo haría?

Y mientras abrazaba el tonificado cuerpo de su mejor amigo se dijo a sí mismo que no todo estaba tan mal como él creía.

El chófer ya había dejado todas las maletas en el salón y se había despedido con una respetuosa reverencia que fue correspondida por todos los presentes.

› Obey ꙳໋͙ HyunMin ⌕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora