Zombie Omega [YiZhan]

CAPÍTULO FINAL

Xiao Zhan finalmente despierta, enfocando su vista en una pared blanca, parpadeando un par de veces, aturdido y desorientado.

Hace memoria y recuerda...

Recuerda que había provocado la aparición de su celo.

También el haberse alejado de sus cachorros por su estúpida osadía.

Tiene presente las sensaciones de su ciclo de calor despertando, consumiendo lentamente cada parte de su cuerpo hasta que su alfa se hizo presente en la habitación y sintió el alivio que necesitaba gracias a las atenciones que este le brindó.

Su Alfa.

Wang Yibo.

Cae en cuenta de la cantidad de veces que tuvo el nudo del alfa en su interior, la tibia y espesa esencia llenándolo hasta el borde, sus ruegos y súplicas por más y más.

Mierda.

Lo odia y se odia al mismo tiempo.

Al final de cuentas, era la reacción natural de un omega en celo, cualquier alfa con un gran pene y nudo lo hubieran calmado.

Ugh.

La sola idea de tener a otra persona entre sus piernas le causaba repulsión.

Doble ugh.

No se suponía que todo se saliera de control.

Cómo tampoco se suponía que sus recuerdos regresarían luego se que Yibo lo mordiera de nuevo y lo impregnara con sus dulces feromonas de alfa en algún momento de la noche, en la cúspide máxima de su celo, dónde su parte omega, animal e irracional lo dominaron.

Triple ugh.

¿Cuántas veces Xiao Zhan le había rogado sentirse tan condenadamente lleno con el nudo de su alfa expandiéndose cálidamente en su interior?

Más de las que el omega hubiera deseado ahora que sabía la verdad de su pasado.

Fue algo insoportable...

Insoportablemente bueno.

Su instinto animal fue saciado, el placer que no recordaba haber sentido nunca lo había tomado por sorpresa y no logró despegarse del cuerpo que le generaba esas exquisitas sensaciones por el resto de la noche.

Estuvo muy ocupado jadeando, gimiendo y corriéndose con el gran miembro del alfa dentro de él, con el par de manos recorriendo todo su cuerpo, dioses, esos labios regordetes, esa boca hambrienta y esa tibia lengua proporcionándole placer.

Excitado, ansioso y goteando por todos lados cuando Wang Yibo golpeaba su próstata con cruel precisión, una y otra y otra vez.

Su vínculo palpitando, haciendo que su conexión inexistente reviviera, latiera necesitando la fusión de sus mentes y almas, más allá de lo físico.

¿A quién deseaba engañar?

Eran destinados.

Wang Yibo era su jodido predestinado.

Desde que sus caminos quedaron entrelazados en aquel bosque, nada volvería a ser igual.

Mucho menos desde el día de la rebelión y del engaño.

El estómago de Xiao Zhan se contrajo.

Ahora lo único que le interesaba eran sus hijos.

WangJi y WuXian eran el regalo más grande que el estúpido alfa le hubiese dado.

Sonrió amargamente, recordando los días que una simple prenda del alfa o una tableta de chocolate parecían ser el mejor detalle del mundo.

Que iluso había sido en el pasado.