Capítulo 100

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Ocho meses depués.

Agosto del 2000.

-¿Ya se durmió?-Amelie se coló detrás de él, mirando por encima de su hombro para ver la pequeña vida acurrucada en los brazos de Malfoy. Su voz era baja-Dime que no lo hizo. Me vendría bien un poco de tiempo de Talia.

Draco la miró fijamente, inclinando su barbilla, y posó un beso en la mano que Amelie colocó en su brazo antes de que su mirada volviera a su hija. Nunca quitó los ojos de ella por más de un segundo, y en ese mero segundo no miró a su hija. En cambio, miró a Amelie. Él tampoco podía dejar de mirarla.

-Ella no lo hizo. Todavía no.

Sostuvo a Talia tan cerca. Ella era tan pequeña. Tan pequeña. Tan frágil.
Ella no se parecía a nada en lo que él hubiera fijado sus ojos antes. Ella no era como ninguna otra cosa en sus vidas.

-Pero parece que ella lo hará en cualquier momento...-Balanceando sus brazos un poco de lado a lado, su cuerpo la siguió. La meció pausada y tranquilamente.

-Siempre en tus brazos-Amelie se estiró de puntillas. Sus manos se extendieron sobre su columna vertebral mientras posaba su barbilla en su hombro-Ella realmente es tu pequeña niña, ¿no es así?

Draco soltó una risita silenciosa.
A él le encantaba cuando ella hacía eso, cuando lo decía de la forma en que lo hacía. -Nuestra pequeña niña
-todavía era rápido en susurrar, con los ojos todavía pegados a su hija-Ella se copió tu nariz.

-Ella tiene tus ojos-dijo Amelie. Se escuchó una suave risa en su voz, y dejó un beso en el cuello de Draco-Eso habla por más que una nariz, ¿no?

Malfoy sonrió mientras exhalaba con sentimiento. No sintió mucho. Ya no sentía nada, excepto ellos. Sus dos chicas. Nunca sintió tanto como cuando su esposa lo abrazó.

-Seguro que sí, pero tú también eres una Malfoy ahora-Draco aminoró el paso, meciendo a su hija con más suavidad ahora-Ella tiene tu nariz y tu cabello. Nada supera a eso.

Ella sonrió al recordarlo. Fue uno de sus mejores momento.

Abril del 2000.

Draco le dio un beso en el estómago como hacía todas las noches antes de que sus ojos se cerraran, y ella tarareó para que se durmieran. Todos seguían durmiendo en su cama, todos.

Atlas no podría dormir si Draco no fuera el que sostenía su mano mientras se desvanecía en el mundo de la imaginación, y Teddy no podría dormir si Amelie no tuviera su brazo sobre su pecho. Fue reconfortante, reconfortante para todos ellos.

Una parte de ella creía que lo necesitaban. Todos ellos.

El mundo era más liviano, mucho más liviano, pero algo pesado aún permanecía dentro de todos y cada uno.

Atlas estaba nervioso todo el tiempo. Tenía miedo de que malvado regresara a ellos y extrañaba a su madre. Draco siempre lo calmaba cuando eso pasaba. Siempre se aseguró de abrazar al pequeño y decirle todas las razones por las que su madre tenía que irse. No mintió. Amelie quería mentir.

Quería mentir e inventar algo para que él se sintiera mejor, pero Draco no lo hizo. Le dijo la verdad. Siempre dijo que ya habían mentido lo suficiente, todos ellos. Atlas merecía saber que su madre dejó a Amelie para salvarlos.

Que era Amelie quien se quedaba atrás, debía escondida a plena vista, o el malvado se la llevaría. Le contó cómo su madre los salvó a su manera, y a Atlas le encantaba escuchar eso. Le encantaba sentarse al piano con Draco y escuchar que su madre era una heroína, porque para Atlas, para él, ella era una heroína. Sin rencor, sin importar cuánto Draco estuviera resentido con su madre, nunca podría quitarle esa parte a Atlas.

Cursed / Draco Malfoy (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora