Thiago es un chico gay que es echado del orfanato donde vive al quedar descubierta su sexualidad por culpa de la traición de quién creía su gran amor, y debe afrontar solo los peligros del mundo.
Mientras lucha por sobrevivir el día a día, un chico...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mis intentos de huir de Santino fueron en vano. Cuando volví al trabajo ahí estaba como siempre, en la misma mesa esperando su pedido.
Brisa, mi compañera de trabajo me comentó que él la había rechazado. Me dijo que me prefería a mí como su mesero. Esa tarde me puse muy colorado y rompí una tasa.
Santino parecía haberse dado cuenta de mis planes, por lo que se esforzó el doble para llamar mi atención. En parte me halagaba, que un chico bello, con un universo lleno de estrellas en sus ojos, con un canto de cristal de risa, se esforzara por llamar mi atención me hacia sentir alguien especial. Por otra parte me aterraba, no me sentía merecedor de tanto, creía que estaba perdiendo el tiempo con alguien tan insignificante como yo.
Santino no se dió por vencido, claro que no. Era una de sus virtudes. Lo descubrí años más tarde.
Ya había pasado una semana, desde que nos conocimos y quedamos. Había pasado tanto en una semana. Tantos sentimientos que me habían atravesado. Creía imposible que un chico como él deshiciera mi vida en una semana.
Esa semana me invitó a caminar, puso la escusa de no conocer bien el lugar. Acepté con miedo, era supersticioso, estaba convencido que todo iría mal en el paseo. Cómo pasó con Facundo.
Me pasó a recoger en su Fiat. Su auto me encantó, era como él. Era su reino, su mundo. Todo olía a él. Todo gritaba su nombre. Era tan él que me sentí en el cielo, explorando universos que mi corta mente no lograba entender.
— ¡te ves lindo!- me dijo y sonrió.
— tú eres el lindo- me atreví a decir. Me sonrío. Iluminó todo el vehículo con esa sonrisa que me regaló. Aún la guardo en mis recuerdos. Siempre tengo miedo de olvidarla. Esa sonrisa debe acompañarme hasta el fin de mis días, así sé que todo valió la pena.
Recorrimos los lugares comunes, el golf, partes del centro, la casa del escritor Mojica Lainez. Me confesó que es su escritor favorito, yo le comenté mi amor por Borges y los poemas de Alfonsina Storni. Al final subimos el Cristo. Me dijo que se sentía en Brasil. Sonreí, toda la travesía. Los lugares que antes me parecían aburridos cobraron sentido, cobraron vida. Incluso me enamoré del Cristo, me enamoré de la forma infantil como lo miraba.
—Fue allí- afirmó luego de mirar por un rato un matorral- fue allí donde te hicieron eso.
Lo miré sin comprender.
— ¿me hicieron qué?- pregunté.
— el vídeo- susurró tímido.
Quedé en blanco. Allí estaba de nuevo. Tan cruel e imponente, era como la muerte. Siempre siguiendo mis pasos, buscando consumir me, buscando destruirme.
— ¿lo viste?- pregunté hecho una bola de miedo, miedo a su rechazo.
— Facundo me lo enseñó- explicó- siento mucho lo que te hicieron- intentó calmarme. Había quedado mudo, mirando perdido hacia la nada. Ya no estaba con él, estaba en mi propio infierno personal. Reviviendo la cara de Sor Inés, su decepción y desprecio. Reviviendo el frío de las calles y el insulto de mis compañeros en la clase.
—¡no llores !- me abrazó. Recién fui consciente de que estaba llorando- me gustaría hacerle pagar a quien te hizo eso. ¡No merece perdón de Dios!.
— Fue Facundo- murmuré en su pecho- yo lo amaba y él me pidió una muestra de su amor.
Guardó silencio, me abrazó más fuerte y me dió un beso en la frente.
— ya nadie lo volverá hacer, ¡lo prometo!- quise creerle pero no pude.
Escribí un poema sobre nuestro momento:
La magia de las cosas
Las cosas pueden volverse mágicas, si se las sabe tocar, si de la monotonía se las puede limpiar.
Una flor marchita En las manos De un amor fuerte, Puede transformarse En un cielo reluciente.
Una vieja casa No importa si esta desmantelada, Puede ser un hogar, Un refugio de todo mal, Si en ella entra el amar.
Una vieja remera, Puede ser una importante pieza De arte De museo Si en ella imprimimos un poderoso recuerdo.
Un lugar cualquiera Pisoteado y desgastado Puede convertirse en un paraíso, Con un beso indefinido.
Las cosas pueden ser mágicas Si se les da valor, Si dejamos en ella Un poco de nuestro corazón.
