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— quisiera hablar contigo antes de irme- me pidió rato después la madre de Santino- si no es molestia.

— por supuesto que no- dije amablemente. Me encontraba en mi biblioteca escribiendo la nota del diario de mañana.

— quiero agradecerte por acoger a mi hijo- comenzó la señora.

— no debe agradecer nada, cualquiera haría lo que yo hice- la mirada de la mujer me hizo sentir incómodo.

— cualquiera que no halla sufrido todo lo que sufriste por nuestra culpa- apartó la mirada- también fui culpable, yo debí apoyarlo más. No debí dejar que viajara a España.

— son cosas del pasado señora- intenté cortar la conversación.

— no lo es. Sé que tú aún recuerdas esos momentos. Soy una madre después de todo. Lo veo todo.

— yo nunca tuve una madre- aclaré seco.

— ese fue mi error dejarte solo cuando mi propio hijo te hizo a un lado. Fui una mujer idiota. Creí que podrías arreglarte solo. Me guíe por las palabras de Facundo. No debí hacerlo. No te lo merecías.

— entre merecer y tener hay una distancia considerable. Muchos merecen más de lo que tienen pero nunca tienen más. Los que merecen menos siempre reciben más. La vida es injusta pero es así.

— es tu... ¿Como se llama?... Filosofía de vida- prosiguió la mujer- creés que todo sucede por el destino, que en la vida solo hay desdichados y afortunados. Quizás tengas razón, pero te digo una cosa, tú le planteaste la cara al destino. Tú te propusiste ser feliz.

— pagué un precio, se lo aseguro.

— lo sé. Y te pido perdón por todo lo que te hicimos. Fuimos crueles. Admiro tu valentía de perdonar a mi hijo.

— aún no lo perdoné.

— pero has hecho el camino.

— quizás. No sé si mi camino será el correcto.

— cuando mi hijo se dio cuenta de lo idiota que fue. Se quiso morir. Me costó mucho sacarlo adelante. Te buscó y tú te habías ido. No pudimos juzgarte lo que él te había hecho no tenía perdón. Aún así se volvieron a encontrar.

— ¿a dónde quiere llegar?- la conversación me estaba haciendo doler la cabeza.

— jamás se perdonó a si mismo dejarte. Solo quería que lo supieras.

— yo no sé qué decir.

Tomó mis manos y me miró a los ojos.

— cometí un error y Dios me dió una segunda oportunidad. No la voy a desperdiciar. Si necesitas algo, acá me tenés. Voy a ser la madre que te faltó- me abrazó maternalmente y se fue.

Me quedé pensando en lo que me había dicho. Quise llamar a Santino para que me confirmara que aún no se perdona dejarme. No me atreví, sería muy desvergonzado de mi parte. Miré la habitación sin mirarla. Creo que podía perdonar a Santino.

Cada uno acostó a su hija y se aseguró que Morfeo la halla acunado en sus brazos. Mara dormía como el angelito revoltoso que es cuando apagué la luz y me fuí a mi dormitorio. Tenía miedo de entrar. Sabía que la pasión y el fuego me harían su prisionero con solo verlo. Recordé el incidente de la cocina y me sonrojé violentamente. Era grande para andarme con vueltas y no admitir que Santino me encendía y aún lo amaba con locura. Era mi hombre, fogoso en la cama y suave fuera de ella. Lo necesitaba. Necesitaba tenerlo adentro y sentir sus manos recorrerme. Sin embargo el miedo y los recuerdos disfrazados de fantasmas me seguían visitando.

Entré a la habitación inseguro. Aquel lugar que consideraba mi refugio hoy parecía ajeno y hostil. Hasta que ví sus ojos, brillando en las penumbras de la luna. El deseo y la lujuria me esperaban, como las puertas del infierno, sentado en mi cama, nuestra cama.

— ¿qué sucede?- fingí decoro- pareces a punto de atacar a alguien.

— puede que tenga ganas de atacar a alguien.

— creo que jugamos con fuego- murmuré- por más que lo diga no vas a parar.

— la vida se hizo para disfrutarla.

— o para sufrirla en algunos casos.

— estás temblando- notó- y quieres que te tome toda la noche. Lo noto en tus ojos. Quieres ser mío.

— entre querer y desear hay diferencia. Deseo que me hagas el amor toda la noche pero quiero acabar con el corazón en una pieza a la mañana.

— aún tienes miedo- vi el brillo de dolor que desprendieron sus ojos- tienes razón, no te he dado ninguna razón para confiar en mí. Solo vine e hice como si nada pasó. Pensé que sería lo mejor y no lo es. No sé cómo hacer para demostrarte que cambié. No tengo nada para demostrarte que ya no soy un cobarde que se casó con una mujer y se obligó a amarla para no decepcionar a un padre que no valía la pena. No tengo ni la más mínima idea de demostrarte que ya no soy ese cobarde....Mira como estoy, hecho un fracaso. Ni siquiera estoy a tu altura.

—mi miedo no es que te vayas- confesé- mi miedo es ya no ser el mismo de siempre. No ser aquel Thiago que conociste.

— es obvio que ambos nos somos los mismos. ¿Cómo íbamos a serlo?, cambiamos constantemente. Y aunque pienses que estoy enamorado de tú recuerdo. No es así, yo me volví a enamorar cuando te ví en la chocolatería. Te ví y recordé ese Thiago, pero ví a uno nuevo que me cautivó más.

— no sé que decir. Siempre me faltan las palabras.

— entonces no digas nada y deja que yo haga el resto- me tomó de las manos y me acostó suavemente en la cama. Me comenzó a besar dulcemente las manos hasta llegar al cuello. Me desvistió con sumo cuidado y me tocó, me exploró.

Me fundí en sus manos. Dentro de mí resucitaron los viejos placeres que me producía sus toques. Me vi envuelto otra vez en su placer. Como la primera vez. Oleadas de sentimientos me recorrían cuando sus labios besaban mi abdomen.

Era yo,

Otra vez,

Aquel chico escondido dentro de la coraza por fin salía.

Me tomó con el sumo cuidado. Venerando mi cuerpo con el suyo.

Levantando un altar de placer y gozo sobre mí.

Lo sentí,

Me sintió.

Y nuestros universos volvieron a ser uno.

🌈El Chico De Mis Poemas✨  (COMPLETA) (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora