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— acaba de llegar este... ¿Ramo de flores?- me interrumpió Mara mientras releía unos textos en la biblioteca.

— ¿unos qué?- dije sin verla.

— ramos de flores, ¡ay, acá tiene la nota!- me pasó por la cara una tarjeta blanca.

— te escucho- le pedí. No debía descuidar mi trabajo, los textos eran para mañana y debían estar perfectos.

— "tus ojos siguen siendo la puerta de mi felicidad. Ojalá estás flores te traigan recuerdos". Santino- los papeles que tenía en las manos se cayeron y no me importó. Me ruboricé al instante y comencé a balbucear escusas a Mara.

— ¡deja de dar explicaciones estúpidas y toma las flores- me las arrojó al pecho!- tienen un olor a perfume insoportable.

Miré las flores con desdén. Claro que las recordaba, ¿cómo no las iba a recordar? Si para el 14 de febrero me había llenado la cama de rosas amarillas y me había hecho el amor sobre ellas. Sonreí para mí. Había sido el mejor día de los enamorados por lejos. Sin embargo recordaba otro día, dónde mi cama también se había cubierto de pétalos y él no había aparecido. Me encontré viviendo de nuevo esa historia, volví a ser un chiquillo inocente encogido sobre una cama llorando desconsoladamente, con las rosas pegadas en mi rostro, marchitándose al sentir el peso de mi cuerpo. Mi vacío había acabado con la vida de los pétalos de aquellas rosas, mi devastación había perturbado sus aromas en algo obsceno y repulsivo.

Las rosas me dejaron un sabor agridulce en la boca. Miré el ramo sin saber que hacer. No podía tirarlas, algo en mí me lo impedía. Quería destruirlas y a la vez ponerlas en un jarrón sobre la mesa más vistosa de la casa.

Suspiré con rabia. Necesitaba ayuda. Necesitaba desahogarme de su perfume tóxico que emanaba su hombría, alejarme de ese magnetismo cruel que ejercía sobre mí, su cuerpo. Debía huir de las garras de Santino. Él era el ángel de la destrucción y amenazaba con llevarse todo lo que construí.

Descargué Grindr. Si era deseo lo iba a saciar con otro hombre. Luego de un par de vistazos un tipo bastante atractivo me invitó a su casa, acepté sin más dilataciones.  Fui avisar  a Mara que ya volvía, no estaba en casa, se había ido a casa de Francia. Le dejé una nota y me fui en busca de un poquito de esperanza. Un salvavidas para las inmensas olas que era Santino.

No funcionó, era tarde, ya estaba en las profundidades del mar de sus juegos.

Me penetró con pasión, sin siquiera preparar la entrada. Me mordió y me chupo todo el cuerpo. Era un hombre ardiente y sabía muy bien lo que hacía. Sin embargo no me sentía a gusto. No sentía nada, solo dolor y un poco de placer. Era como todos los anteriores. Dejarlo entrar, satisfacerlo y no verlo nunca más. Solo era un hueco. Otra vez era un agujero, está vez por voluntad propia, huyendo de un amor que intenta florecer de lo más oscuro.

🌈El Chico De Mis Poemas✨  (COMPLETA) (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora