Thiago es un chico gay que es echado del orfanato donde vive al quedar descubierta su sexualidad por culpa de la traición de quién creía su gran amor, y debe afrontar solo los peligros del mundo.
Mientras lucha por sobrevivir el día a día, un chico...
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Estás son las cartas que escribí para desahogarme los primeros meses de la partida de Santino.
Querido Santino:
No sé porqué te escribo. Sé que es más fácil mandarte un WhatsApp o un correo, sin embargo creo que no servirá de nada, la mera posibilidad de que me contestes y expliques las razones que ya sé, dejarían muchas frases que quiero decirte en la nada. Aquí te lo diré todo, porque algo me dice que jamás leerás estás cartas.
Desde el maldito día en que te fuiste no he parado, ni un segundo, de pensarte.
Muchas emociones me recorren como si fuera un circuito lleno de cables, tengo miedo de quemarme en algún momento. La furia y la nostalgia son las que más me atormentan. Te amo y eso me duele, jamás creí que el amor dolería. Ahora me quema, me arde y eso es terriblemente doloroso.
Estoy furioso, conmigo por ser cobarde y no gritarte que te quedaras, contigo por irte tras ese hombre que te despreció por ser quien eres. Y finalmente con la vida por darme siempre la espalda.
Quisiera llamarte y exigirte que vuelvas. Sé que solo pasó una semana pero oírte desde el celular cinco minutos duelen. Te extraño como no te imaginas, intento estar distraído, busco la manera de seguir con mi vida. No puedo, me esfuerzo pero no puedo.
Intento aferrarme a tu promesa y tratar de darle sentido a mi despertar con la mía. Algo en mí me dice que esto no funcionará con el tiempo. Mi intuición me dice que te perderé como perdí a la Tía o a mis padres. Sí Santino, te mentí, no hay día que no piense en ellos. En lo que pude ser a su lado, en la felicidad que debió ser mía sin importar el techo, la comida. Solo tenerlos.
A veces me siento insuficiente, por eso me abandonan. Me usan como si fuera un simple saco de bosta y me dejan. Sé que no me usaste. Me amaste, lo sentí en mi piel. Grabaste todo ese afecto que jamás creí merecer en mi cuerpo a besos y caricias. Ahora me arde la piel, me pide a gritos tus labios, esa atención que le dabas.
Espero que tu decisión halla sido la correcta, a decir verdad estuve en desacuerdo. No soy de perdonar. El perdón es algo que se gana con los años y casi todas las personas se rinden antes de llegar a la meta. Tú padre no merecía tu cuidado, ni que acudieses ante él. Se merecía morir en soledad. No te valoró y te hizo daño. Me pregunto cómo es posible despreciar a una persona tan bella y pura. Te admiro, por tener el don de perdonar. No muchos lo hacen. Dejar atrás los desacuerdos y seguir adelante. Quizás sea por eso que no te entiendo.
Nunca te hablé de mi pasado. Aunque siempre quisiste saber de mí más de lo que yo sabía. Solo te relaté los hechos como si no me importara, lo hice como si hubiera superado mi pasado por completo. Nunca lo logré y creo que me atormentará hasta el día de mi muerte. Me odio Santino, me aborrezco por no tener padres, por vivir en un orfanato la mitad de mi vida, por ser el gay, el pecador que fue echado de la tierra de los excluidos. Soy la lacra de la lacra.
Sin embargo, mi odio hacia mi se disipó cuando apareciste en mi vida. Pusiste en mi agenda un nuevo tema: amarme. Me creí ese "eres perfecto" que siempre me decías. El truco estaba en tus ojos, me miraban como si no existiera nadie mejor, nada más en el universo que yo.
Ahora estoy agotado. Ahogado en mis propias inseguridades y defectos. Temo no ser lo suficiente para ti. Cada instante pienso " ¿y si encuentra a otra persona mejor en España?" "¿si se da cuenta que yo no soy perfecto y encuentra alguien que si?.
Qué decirte, me llamarás miedoso y me dirás con voz comprensiva "solo tengo ojos para ti" y yo te creeré.
Odio sentirme así, tan inseguro y nostálgico. Pensé que era fuerte, por todo lo que pase, tu amor me hizo darme cuenta lo equivocado que estaba. No controlo una mierda de mi vida. Si pudiera ser frío no estaría cada tres segundos mirando la puerta, oliendo tu aroma en la almohada o escuchando el silencio para no perder tu voz del aire.
Estoy destruido. No te lo digo en las llamadas porque te noto preocupado. Cada vez que cuelgo me siento peor, mucho peor. Por ti y por mí.
Ojalá nunca leas estás cartas. Ojalá nunca conozcas esta parte de mi ser. Ojalá no halla tantos ojalás.
