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No sé podía alargar más las cosas

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No sé podía alargar más las cosas. El destino ya estaba decidido. Los tiempos y las profecías de la boca de Sabrina estaban a punto de cumplirse.

Santino dió el primer paso.

Eligió una tarde calurosa de verano. Una de esas tardes, donde el sol al ponerse, rasga el cielo en miles de colores fuertes y preciosos. 

Me invitó a nadar en el río, me dijo que conocía el lugar apartado, dónde nadie nos pudiera ver. Acepté. Y me encontré, hecho un manojo de nervios y excitación por nuestro encuentro.

Nadamos un rato esa tarde.  Reímos y jugábamos a las ahogaditas. Todo era mágico. El calor, recorriendo nuestra piel; el viento, dándonos suaves caricias, tan tímidas que generaban cosquilleos en el estómago; el canto de los pájaros, alegres, tan alegres que el río parecía bailar al paso de los árboles; y el canto del arroyo, tan cariñoso y cómplice.

Su cuerpo y el mío buscaron escusas para estar siempre en contacto. Mis manos acariciando su pecho, sus manos en mi cintura. Sus labios dándome besitos en mi nuca.

Todo pasó lentamente. Tan lento que mataba. Me consumí en sus brazos, a fuego lento. Dejándome llevar por sus caricias y sus tímidos, casi silenciosos, suspiros.

Me  hizo el amor  allí mismo, sobre las toallas que llevamos para secarnos. Me besó, me acarició cada centímetro de mi piel.  Me lo hizo, una y otra vez,  casi sin parar. Con una paciencia, con una delicadeza, que me llevo al cielo. Me dejó extasiado. Me dejó contando las estrellas que tenía en la piel.

Mientras me lo hacía. Mientras me encogía de placer debajo suyo. Él me miraba, directamente a los ojos. Con esa mirada, esa única mirada que solo el podía darme.

Me sentí suyo sin serlo, me sentí alguien sin merecerlo.

Tomó de mí, todos los tesoros que estaba dispuesto a darle. Tomé de él, toda esencia que  regaló gustoso.

Sentí un gusto amargo en mis labios, él fue el primero que me llevó al cielo. El único que me hizo creer en el sexo.

No era virgen. Había tenido un encuentro casual por Grindr. Un error que hasta el día de hoy me arrepiento. Esa vez no fue como esta, para nada igual. El otro solo buscaba satisfacer su sed, Santino solo quería demostrar su afecto hacia mí. El otro me vio como un hueco, Santino me vio como un universo, lleno de constelaciones y letras.

Le entregué todo bajo aquél árbol. Le dí mi vida para que hiciera con ella lo que quisiera.

Yo era un huérfano, un don nadie. No tenía mucho para dar, no tenía nada para perder.  Así que me entregué a él. En cuerpo y alma.

Esa tarde hicimos el amor, y en parte me aterraba. No me consideraba digno.

Hicimos el amor. Unimos nuestros universos, las fuentes de nuestra magia. Nos volvimos uno. Nos convertimos en una misma estrella, en una misma planta a punto de florecer.

Santino, ¡mi amado Santino!. Ese día me entregaste, sin saberlo, lo más elemental de tu alma: Tu poema libre,  tu esencia misma, el origen de todos los universos que habitan en tu mirada.

🌈El Chico De Mis Poemas✨  (COMPLETA) (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora