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Decidimos viajar al pueblo cercano donde había un cine a ver una peli en plan de novios

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Decidimos viajar al pueblo cercano donde había un cine a ver una peli en plan de novios. Santino podía ser muy romántico cuánto quería. Le dije que era muy cursi. La verdadera razón para negarme iba más allá si era cursi o no, tenía miedo a las miradas crueles de las personas. La multitud sin rostro podía ser peor que el diablo en persona.

Me obligó a ir casi a rastras. Me dijo que sí, que era cursi y que amaba ser tan patético. No pude negarme, a su lado me sentía protegido. Debía afrontar mis miedos.

La tarde estaba tibia, el sol somnoliento, la noche estaba deseosa de reinar con las estrellas. Corría viento, parecía un velo invisible, suave, increíblemente suave, acariciando el serrano aroma de la ciudad de La Falda.

Vimos un clásico, "esperando la carroza". Parecía que mi chico se había tomado en serio no ser tan cursi.

No logré ver la película, no podía. No con nuestras manos entrelazadas, con sus labios besándolas cada tanto. Sonría, con una sonrisa que iluminaba el cine, a pesar de la oscuridad y la película.

No podía dejar de verlo, con las sombras proyectadas a su alrededor. Parecía que el mundo se había consumido en la noche y él, mi chico, mi hombre, el amor de mi vida, era la única luz que existía. Mi mente no veía nada más, no alcanzaba a ver otra existencia. Solo era él, él y su maldita esencia, tomándome por completo, asimilando mi cuerpo hasta convertirlo en suyo. Su veneno dulce me había absorbido.  La miel de sus labios, el calor de su mano sobre la mía y sus ojos, siempre pendientes a dónde yo iba. Todo estaba preparado para que yo fuera solo suyo. Las circunstancias gritaban que no tenía elección, era de él. Era de él y no me importaba, quería serlo.

Caminamos Después del cine, bajo la mirada atenta de la luna. Alguien nos gritó maricones, putos de mierda. No me importó, no nos importó. Solo nos apretamos más el uno con el otro. Solo seguimos caminando. Nunca me sentí que algo valía tanto la pena como aquello.

La vida se mostró diferente esa noche. Más llevadera. Los insultos solo fueron dos pequeñas espinas en un rosal. Por primera vez no importaron. Por única vez ví que eran necesarios para entender el amor. ¿Qué sabían ellos de amar?, Si veían al amor y se refugiaban en sus miedos más simples. ¿Que sabían ellos de darlo todo, de cambiar?, Si su refugio era la normalidad que los tenía presos. ¿Qué sabían ellos de la vida?, No conocen lo que es ser huérfano y gay, solo ven lo que dicen que vean. No viven por cuenta propia, viven como les dicen que deben vivir.

Me sentí libre, a su lado. Más que libre, me creí la libertad verdadera, la única y hegemónica. Fui consciente de que mis alas sanaron, podía volver a volar.

No despegamos nuestras manos entrelazadas en toda esa noche. Fue como el símbolo de dos enamorados dispuestos a amarse.

Eso es ser gay. Amar, estar dispuesto amar a otro hombre. A pesar de todo. Incluso si te quitan todo y te dejan roto en mil pedazos. Es volver a tomarse de las manos, besarse de nuevo y sentir que  es lo correcto.

¿Que saben nuestros verdugos?, Si conocen solo un amor, la ilusión de un cariño. No entienden el verdadero amor.

El amor no es correcto, es revolucionario, es un Ramé, algo caótico y hermoso al mismo tiempo.

Cuándo Volví a casa tenía un mensaje. PUTO DE MIERDA, decía. El número era desconocido pero sabía quién era.

— ¡no volverás a quitarme todo lo que tengo, Facundo!- desafíe a los fantasmas del silencio que habitaban mi casa-¡ ya no soy él de antes. Ahora sé lo que es amar!.

🌈El Chico De Mis Poemas✨  (COMPLETA) (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora