13

702 106 13
                                    

Todo cambió desde ese beso y esa accidentada declaración de amor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todo cambió desde ese beso y esa accidentada declaración de amor. Ahora éramos oficialmente novios. Ahora habíamos oficialmente tomado los riesgos y arriesgado nuestros corazones en el gran juego del amor.

Nuestra jugada había comenzado a modiño. Tan lenta cómo la caída de la miel sobre el pan. Me gustaba estar rodeado de su letanía. Me gustaba intentar seguir su rumbo por la vida. Yo que era todo un fórmula uno, siempre dinámico y ansioso por vivir más de lo que se podía vivir en un día. Su amor me iba enseñando, me iba amoldando a una vida que no conocía, que parecía común al resto de las personas, pero a mí, un triste chico de pueblo gay y huérfano, me costaba entrar y entender.

Recuerdo la mañana después de la declaración del río. Yo intentando despertarme del sueño que dormía en mi cama.

Intenté levantarme y no podía, algo muy pesado me abrazaba por detrás, como si temiera dejarme ir. Inútil fue zafar de la prisión que era Santino, sus manos fuertes y suaves, eran capaces de doblegarme sin menor esfuerzo.

- Santy, necesito ir al baño- me quejé con una sonrisa. Solo gruñó bajito. Probé salir una vez más sin ningún resultado. Parecía un barco al capricho de las rocas que sostienen su ancla- me hago pis acá- amenacé sin sonar rudo.

- ¡vas, hacés lo que tenés que hacer y de vuelta a la cama!- me ordenó haciendo un gesto de niño pequeño- ¡aún tengo sueño!.

- ¡Son las diez de la mañana!- me reí- deberías estar trabajando.

- ¿hoy no es domingo?- me preguntó frotándose los ojos.

- sí, pero igual, es tarde.

- sos muy inocente- me molestó- algunos a esta hora se acuestan- me fuí entre risas al baño, pensando si Santy sería de esos chicos fiesteros que se acuestan a las diez de la mañana.

Me metí en la cama como me pidió. Se acurrucó sobre mi pecho. Nos miramos a los ojos y sonreímos involuntariamente.

- ¡quiero mimos!- demandó caprichoso.

Cafuné su cabello con una lentitud extraordinaria. Era la primera vez que hacía eso con alguien. Me gustaba. Sentir mis manos abrirse por la selva de sus cabellos me llenaba de nuevas sensaciones. Era como explorar todo lo que nos dijimos con los labios. Esas cosas que creíamos sentir por el otro. Pasar de la teoría a la práctica.

Para mí eso es el amor. Podemos decir que nos quita el aliento, que no podemos vivir sin su piel o sus besos. Pero en realidad, antes debemos probar eso. Estar seguros que todas las metáforas y poemas que decimos a nuestros casi algo son ciertas. Yo las sentía ciertas, bastaba cafunar su pelo o acariciar su rostro para saber que todo lo dicho era la más pura de las verdades.

Mientras acariciaba su cabello, y me hinchaba de una extraña satisfacción, él gemía despacio. Parecía un gato cuando le dan mimos. Ronroneaba mi nombre, lentamente, con dramatismo al arrastrar la "a" de Thiago. Me volvía loco, mi nombre, aquel que no me representaba porque ni siquiera lo había escogido yo o una persona que me quisiera, en sus labios, en su maldita voz, hacia que lo amara.

- ¿en qué piensas?- me preguntó mientras miraba a la habitación sin mirar, el ejercicio sobre su melena me había dejado ambedo.

- en tu peluquín- me hice el gracioso- como es posible que sea tan suave.

- uso un buen shampoo.

Me acerqué y aspiré su aroma. Me drogó el olor a frutilla que desprendía. Hasta ahora no había nada que me disgustara de él.

- ¡huele a frutilla!- observé.

- cuando empecemos a bañarnos juntos, te dejaré usarlo- me dijo ganándose un fuerte sonrojo de mi parte.

-¡eso sería raro!- declaré con vergüenza. Aún no me acostumbraba a tanta intimidad.

- tuvimos sexo en la vía pública, al costado de un río. Bañarnos juntos sería algo mucho menos escandaloso.

-¡no me lo recuerdes!- me cubrí la cara de vergüenza- ¡mirá si nos vio alguien!.

- eso es lo de menos- me miró a los ojos, estaban como los del río, ardientes- te hice mío, solo mío - comenzó a besarme.

- ya era tuyo desde antes- solté sin más. A veces mi boca no sabía cómo callarse.

- si, lo sé- reconoció- no sabía cómo responderte a eso. Estabas tan entregado y a la vez tan asustado que tenía miedo de dar el paso, y Puff, te alejaba de un plumazo.

- si, tenía, tengo, miedo pero debo atreverme a la vida.

- no podías resistirte a mí- se enorgulleció- sabía que serías mío desde que te conocí. Eras el chico más guapo del local. ¡Me volviste loco al instante!.

-¡ no digas tonterías!- me quejé entre risas.

- tú- dibujó un camino con su nariz en mi cuello- eres y serás el gay más guapo desde La Cumbre hasta Cruz del Eje.

-¿Sólo el gay?, ¿Ósea que hay chicas más guapas?- me hice el ofendido.


- a quien le importa las chicas y los heteros. Soy gay, me gustan los gays. Y tú, eres la joya más hermosa de la región.

- ¿como sabías que era gay?- pregunté pensando en el mito del gaydar.

- ¡me comiste con los ojos cuando puse un pie en el local!- me reí como loco. Era cierto, lo había deseado incluso antes de conocerlo.

- eras carne fresca- bromeé.

- lo sigo siendo ¿no?- me siguió el chiste.

- ¡totalmente! Y creo que no me cansaré de comerte.

- más bien es al revés, ¡vos sos la carne fresca!- me hizo cosquillas en el vientre haciendo que llenara la habitación de risas.

Las cosquillas terminaron en un beso, el beso nos llevó a una mañana de sexo desenfrenado, y el sexo a desayunar hambrientos lo que hubiera en mi casa.

Amaba las nuevas mañanas que se iban escribiendo frente a mí. La nueva rutina que nació de nuestra relación fue un alimento para mi alma, tan maltrecha.

A las mañanas despertaba a su lado, mirándolo despertar como si fuera un ángel. A la tarde siempre me llevaba a conocer algún lugarcito ( vivía en el pueblo y no conocía nada). Por las noches hacíamos el amor y nos dormíamos abrazados, unidos, como si él fuera un campo de gravedad y yo su más valioso planeta.

🌈El Chico De Mis Poemas✨  (COMPLETA) (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora