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Antes de irse me volvió hacer suyo, de una manera distinta

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Antes de irse me volvió hacer suyo, de una manera distinta. Muy distinta. Recorrió mi cuerpo con la yema de sus pulgares, lentamente, como si quisiera grabarse cada centímetro de mi piel. Pasó sus labios tramo a tramo por mi espalda y la besó, tantas veces que perdí la cuenta. 

No hablé, no hice ningún movimiento. Dejé que hiciera  lo que debía hacer.  Me abrazó más de una vez y volvió a tocarme. Yo me estremecía, sus manos sobre mi piel era algo electrizante. Sentir mi suavidad sobre la suya.

No hizo falta palabras para esa despedida. No era un adiós para las palabras, nuestras almas se daban los últimos mimos por mucho tiempo. Nuestros universos se separarían. Debíamos dejar que tuviesen  su último acercamiento. Me parecía justo. Era lo justo.

Lo acompañé hasta la puerta de su casa, de allí su madre lo llevaría al aeropuerto y directo a España.

— volveré, ¿lo sabes, no?- me miró a los ojos, su universo se había teñido de tristeza.

— sí, y te prometo que te esperaré- reuní todas mis fuerzas para no llorar. Mi alma se estaba desgarrando. Sentía los tirones separarse de mi cuerpo, destrozar un sentimiento que me había devuelto la vida.

— te amo- susurró en mi oído- el chico de la sonrisa más luminosa del mundo.

— yo también te amo- lo besé- chico de mis poemas.

— ¿sabes que fue la primera cosa que me enamoró de vos?- me preguntó con una sonrisa desgarradora.

— no sé- confesé.

— tu forma de mirar las cosas, el mundo. Tenías una sonrisa, una mirada y un andar especial. Todo el lugar parecía converger hacía vos. Cuándo te vi me pregunté que hacía alguien tan especial ahí.

— yo, no sé que decir- me ardían los ojos. Pero no podía llorar, él volvería. Me lo había prometido.

— desde que te conocí mi mundo giro a tu alrededor. Desde ahí lo supe, eres el centro de mi universo.

— tú eres el motor de ese centro, Santino, me has devuelto la vida. No era nadie, solo el maricón olvidado, el huérfano.

— eres más que eso. Tú no eres capaz de ver ese brillo en ti. Yo lo veo y es más fuerte que una estrella.

— te amo- repetí- te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo.

— lo sé y yo también.

— las cosas no serán iguales. Tengo miedo- intenté no mirarlo, era un cobarde.

— yo también- tomó mi rostro entre sus manos- pero tengo una cosa segura. Lo que siento por vos  es real y nadie me lo quitará.

— te esperaré, cada maldito día, en el mismo lugar. Cada vez que golpeé la puerta o que el viento la abra yo pensaré que sos vos que has vuelto. Incluso si escucho a alguien llamando tendré la esperanza que  sos vos. Nunca dejaré de estar atento. No dejaré pasar el mínimo detalle. Estaré pendiente de tu regreso.

— no esperarás mucho, lo prometo- me besó y se sintió amargo- si las cosas fueran tan fáciles mi corazón estaría más contento. Me duele un montón, no soporto pensar que tendré que recordarte cada día para sentirte cerca.

— eso es lo bonito y lo aterrador de los recuerdos. La nostalgia de un momento ya pasado, al cual nos aferramos para poder sobrevivir otro día.

— voy extrañar tu análisis profundo de la vida- rió.

— se llama poesía, tonto- solté una risa nostálgica.

— supongo que "nos vemos luego"- miró su reloj- se me hace tarde.

— antes de irte toma esto- saqué un pequeño pañuelo de seda, envuelto en el se hallaba un anillo.

— ¡que lindo anillo!- lo miró con atención, era un cintillo de compromiso- ¿de quién era?.

— no lo sé. Lo tuve desde siempre. Era la única cosa que era realmente mía. Supongo que mi madre se lo olvidó cuando me dejó.

— no puedo quedarme con él, te pertenece, es algo muy personal- hizo un amago de devolverlo. Le cerré la mano.

— quiero que lo lleves, así tenés algo con que recordarme. Vale mucho para mí, y por eso te lo doy, porque es una parte de mi que se va contigo.

— eres un ángel caído del cielo- me tomó de la cintura y me besó. Lo hizo con pasión, con tristeza y con enojo. Jamás logré ver en otros besos tantos sentimientos, eran palpables, me calaron hasta los huesos.

Lo ví alejarse hasta entrar a su casa. No quise quedarme para ver salir el auto, no tenía el valor. Nunca lo tuve a decir verdad. Caminé por la calle en silencio, con la mirada gacha. Me dolía el alma, todo mi ser se desgarraba. Podía sentirlo, había perdido algo.

Recordé cuando dijo que era un ángel caído. No era un ángel, era un mártir que estaba siempre destinado a sufrir y a perder.

Llegué a casa y me hice un café. Lloré, lloré y lloré. Hasta quedarme sin lágrimas. El valor me había abandonado. Volvía a ser Thiago, el huérfano.

Cuándo era un niño no conocía lo que era tener padres, no conocía lo que era una familia. Todo se reducía a la institucionalidad de las monjas. Jamás había sido amado. El amor era para mi una formalidad. Algo teórico.

La tía me enseñó que el amor era necesitar a alguien.

Santino me enseñó que el amor era esa cosa hermosa que corrías el riesgo de perder.

El amor es sacrificio,
Es derrota,
Es de lucha,
Es esa energía que mantiene vivo nuestros espíritus.

Santino también me enseñó que el amor tiene el milagro de revivir a los muertos.

Porque yo estaba muerto cuando él entró en mi vida, y ahora estoy muriendo de nuevo.

🌈El Chico De Mis Poemas✨  (COMPLETA) (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora