!prólogo

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[ secuela de Zarco, leer para entender la trama ]

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[ secuela de Zarco, leer para entender la trama ]

Le había costado demasiado asumir la nueva relación de su hermano menor, aún más con el imbécil que tanto detesta.

En su último año de secundaria tuvo que dar su mejor esfuerzo para lograr avanzar, con muchas cosas encima, desafíos, gente nueva y un clásico.

El imbécil de trenzas.

(...)

—¿Te viene a buscar el cuatro ojos?.— Nahoya caminaba junto a su hermano directo a la salida del establecimiento, la tarde era cálida pero había bastante viento por suerte.

—Um... sí, quiere llevarme a un lado, no sé a donde.— Murmuró avergonzado.

—Te tiene muy consentido, Sou.— Soltó una risa desinteresada.— Pero mientras cumpla su palabra de cuidarte no tengo problemas.— Acarició los cabellos de su menor.— ¡Ah! ve sin mi, creo que olvidé mis audífonos en mi casillero.— Fingió un llanto.— Como sea... nos vemos hermano.—

—Nos vemos, Naho.— Hizo el movimiento con su mano y siguió avanzando por el lugar.

La escuela ya estaba vaciándose, se devolvió con la excusa de irse por la parte trasera del establecimiento, siempre que Rindō va por Souya a la escuela aparece Ran a joderle la existencia.

Apenas divisó a escondidas que el dúo de enamorados se fuera esperó unos minutos pacientemente y corrió al patio trasero, lanzó su mochila y saltó la reja como un experto, cayendo al piso de pie.

“—Bien, ¡lo logré!—”

Tomó su mochila y corrió hasta llegar a la esquina para cruzar la calle, pero desgraciadamente para él un cuerpo atravesándose le limitó el pase.

Creyó haber chocado con algún civil al azar, pero luego unos brazos le abrazaron con fuerza y un familiar aroma a perfume masculino le hizo memoria.

—¡Ya suéltame!.— Intentó safarse de su agarre pero claramente su fuerza no se comparaba.— ¡Voy a patearte las bolas si no me sueltas!.—

Ran se apartó.

—Ah, qué cruel eres, cariño.— Besó rápidamente su mejilla.— ¿Por qué no saliste por la puerta principal?.—

Nahoya limpió la zona donde le besó.

—Para no tener que ver tu horrible cara.— Tomó nuevamente su mochila con fuerza y reanudó su andar.

—¿Enserio te besas con gente que consideras fea?.— Soltó una risa burlesca.— ¿Olvidas la fiesta?.— Avanzó con él a su lado y tomó su mano.

—Vete a la mierda, estaba ebrio y drogado.— Apartó y safó el agarre.

—¿Tienes que estar así como para besarme?.— Le observó travieso.— Tengo un poco en el auto como para divertirnos un rato.—

—No soy un jodido drogadicto...—

—¿Entonces me besarías sin drogas?.— Rodeó su cintura con una mano y le hizo apegarse a sí.

—¡No!.— Sus mejillas tomaron color y nuevamente se apartó de él.

—¿Y si vamos a mi casa? Eres el único que aún no la conoce.—

—Yo tengo mi casa.— Apuró el paso.

—¡Ah! tu indiferencia me duele~— Le siguió el paso y en un movimiento rápido tiró de su brazo y jaló de éste, obligándole a apegarse a él. Todo fue con precisión, tomó sus mejillas con una mano y plantó un apasionado y veloz beso, soltándolo antes de que pudiera apartarlo.— Entonces ve a casa, cariño.— Susurró en su oído.— Cui-da-te...—

El mayor se apartó de él y emprendió el rumbo contrario, sin voltearle a ver, y lo agradecía, su rostro estaba completamente rojo y su respiración agitada, ni hablar de sus latidos.

—¡Te odio!.— Mordió su labio con molestia y volvió a su camino, alejándose de él cada vez más.

“—Ahá...—”

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Tough ; [ NahoRan ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora