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—¿Sigues pateando al dormir, bebé?— Ran se despojó de su camisa y sus pantalones, quedando únicamente en ropa interior

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—¿Sigues pateando al dormir, bebé?— Ran se despojó de su camisa y sus pantalones, quedando únicamente en ropa interior.

—Sí, te patearé demasiado...— Desvió la mirada nervioso, igualando las acciones al desvestirse y poder dormir más cómodo.

—Si te abrazo por la espaldita no pateas tan fuerte...— Se sentó al borde de la cama y tiró sus trenzas hacia atrás observando de reojo al menor.— ¿Me ayudas?—

Nahoya suspiró agobiando y se sentó detras suyo de rodillas, tomando una de las trenzas deshaciéndolas con cuidado. Pensamientos intrusivos se hicieron presentes y me fue imposible no recordar la vez que haciendo eso le encontró las primeras marcas de su "infidelidad". Un nudo se formó en su estómago y mordió su labio, observando temeroso su piel en busca de algo, aunque estaba aterrado de encontrar algo y que todo lo anterior sólo fueran apariencias e ilusiones.

—¿Todo bien? Te noto alto tembloroso.—

Hizo un sonido de aprobación y continuó con su labor, deshaciendo ahora la otra trenza.
Se sintió aliviado de no encontrar nada, le dio confianza de poder seguir avanzando con él.

—Está listo.— Acomodó sus largas hebras detrás y algo nervioso besó su mejilla.

—¡Ah! Gracias, cariño.— Sus mejillas se coloraron un poco y no pudo evitar sonreir ante ese gesto.

Nahoya se acomodó en el rincón de la cama y tapó hasta arriba, dándole la espalda.
Ran imitó su acción y sin dudarlo se pegó por completo a él, rodeando su cintura con sus brazos y dejando sus piernas sobre las suyas.

—¡Hay más cama!— Volteó el rostro para observarle molesto, pero él no desperdició la oportunidad de plantarle un beso como tanto deseó.

Se puso nervioso, e intentó safarse, pero la fuerza y determinación de Ran era mayor.
Éste le hizo voltear su cuerpo con tal de que él pudiera besarle más cómodo.

Lo subió sobre sí y se separó del beso, dejando su cabeza en su pecho, acariciando meloso sus anaranjadas hebras.

—¿No quieres que yo sea tu cama?— Soltó un par de risas suaves.

—N-no...—

(....)

El ambiente se notaba tenso por parte de Nahoya pero Ran sólo quería soltar la risa.

El sonido del respaldo de la habitación al lado de la suya hacia ligeros sonidos de golpes, además de los casi ridículos intentos en vano que tenía Rindō de cubrirle la boca a Souya.

El pelinaranja suspiró de manera molesta y observó al mayor.

—¿Ves a lo que me refería cuando digo que odio que venga tu hermano?—

Él asintió y observó de reojo.

—Mi oferta de hacerles competencia sigue en pie.—

—Cállate...—

El respaldo había chocado con fuerza y un fuerte gimoteo se hizo escuchar.

—No me jodas, esto ya es incómodo...— Nahoya se dió la vuelta y puso su cabeza bajo la almohada.

Ran notó su molestia, no quiso quedarse así nada más y se puso de pie.

—¿A donde vas?— Murmuró el menor.

—No me gusta verte así de incómodo, cariño.—  Caminó hasta la puerta y salió del lugar.

Abrió de golpe la puerta de la habitación de Souya y entró sin dudar.

El dúo se asustó y rápidamente se detuvieron.
Souya estaba acostado boca abajo y Rindō estaba sobre él, sus respiraciones se notaban agitadas y ni hablar del calor dentro del lugar.

—¿Q-qué quieres Ran...?— Jadeó Rindō.

—Uy, me les vengo a unir.— Entrecerró los ojos y una traviesa sonrisa se formó en su rostro, pero de inmediato su expresión se relajó.— Claramente a hacer algo, Nahoya está incómodo...— Se acercó aún más a la pareja y golpeó a su hermano en la frente con dos dedos.— Denme una almohada.—

Souya quitó la que estaba bajo su cabeza y se la entregó.

—Esa no, tú sigue mordiéndola... La otra, la que está a tu lado, RinRin.—

El rubio asintió de mala manera y se la entregó.

Ran tomó el respaldo de la cama y tiró este un poco hacia atrás, logrando colocar ahí la almohada.

—¿Y eso...?—

—Para que deje de chocar.— Dio media vuelta dispuesto a irse.— Y trata de jadear más bajo, ni que tuvieras asma, Rindō.—

Salió de la habitación y volvió a la de Nahoya, cerrando consigo la puerta.

—G-gracias...—

Se acercó y volvió a acostarse a su lado, tomando el pequeño cuerpo del pelinaranja y dejandole reposar la cabeza en su pecho

—Sé que es tu hermano y no quieres molestarlo, pero tú también te sientes incómodo con eso, si se lo explicaras a Souya estoy seguro que entendería.—

—Sí, pero... Bien, quizá tengas razón...—

—Además no es como si Rindō no pudiera pagar un motel o algo...—

Pequeños sonidos húmedos aún sonaban en la habitación contraria, pero eran casi inaudibles.

—Oh ¿Te molesta?— Le observó de reojo.

—Casi no se oyen, cuando esté solo sólo pondré música y dormiré tranquilo.— Susurró adormilado, acariciando meloso el abdomen del mayor.

—Aún estamos a tiempo de hacerles competencia.—

—¡Que no!—

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Tough ; [ NahoRan ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora