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—¿Y bien? ¿Te gustó?— Puso ambas manos sobre la mesa y le observó sonriente

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—¿Y bien? ¿Te gustó?— Puso ambas manos sobre la mesa y le observó sonriente.

—Ran este café está jodidamente amargo.— Con una mueca de asco dejó la taza lejos de sí, teniendo al final un escalofrío.

—¿Cierto? Porque tienes que esperar a que traigan la crema...—

—Ou...— Desvió la cabeza, tomando una de las galletas del centro de la mesa y dándole una mordida.— Al menos estas cosas están deliciosas.—

Incluso hablando con la boca con comida era jodidamente precioso a sus ojos.
Habían salido sin bañarse hasta la casa de Ran, dónde tomaron cada uno por su lado un baño. El mayor había vestido un pantalón de vestir y una sueter negro de cuello largo algo ajustado al cuerpo, junto a un abrigo color gris.
Nahoya sólo fue con un buzo negro y un polerón ancho de Ran.

Después de su desayuno en una exclusiva cafetería de Roppongi, Ran manejó hasta una particular tienda en el barrio de la moda del sector, estacionando y bajando junto al menor.

—¿Y qué hacemos aquí...?— Enarcó una ceja algo confundido.

—Necesitas algo a la situación, planeo llevarte a cenar muy seguido ¿Sabes?— Adelantó el paso hasta la tienda logrando hacer sonar la campanita de ese viejo pero reconocido estudio de costura.

—¡Espérate!—

(...)

El pelinaranja sólo se quedó quieto esperando a que acabasen de tomarle todas las medidas necesarias, Ran le observaba fijamente todo el cuerpo, logrando poner al menor algo nervioso.

—Con esto será suficiente, pase a vestirse, por favor.— El hombre de edad hizo una pequeña reverencia y espero a que el pelinaranja pasara a los vestidores para dirigir su palabra a Ran.— ¿Cuántos?—

Ran parecía ya tener en mente la respuesta.

—Con 10 está bien, dejo en sus manos el diseño, la tela y los colores, es un chico lindo, así que me gustaría algo que avive aún más su belleza.—

—¿Es su niño trofeo?—

(algo así como un Baby boy)

—Mucho mejor, está a nada de ser mi novio.— Un par de risas suaves salieron de sus labios e inmediatamente se puso de pie al ver que ya venía de vuelta Nahoya con su ropa.— Cárgelo a ésta, por favor.— Sacó de su billetera una reconocida tarjeta oscura, entregándola al hombre.— Ah, espere... Nahoya, ve a probarte uno de esos pantalones de allí.—

El pelinaranja enarcó una ceja algo confundido.

—¿Y para qué...? Ya me compraste varios...—

—Sí, pero no tienes nada para la noche, ya hice una reservación, así que ve a elegir algo bonito.— Se inclinó un poco y besó su frente.— Anda, ve.—

Tough ; [ NahoRan ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora